José David Castillo vende cocos en la playa El Murciélago, en Manta. Foto: EL COMERCIO
José David Castillo regresó a su casa temprano del trabajo, el pasado miércoles 18 de mayo del 2016. Ese día, dice, no hubo tantos clientes en busca de paseos en lancha u otras diversiones en el mar. La segunda réplica de 6.8 grados de magnitud que se sintió dejó casi desierta a la playa de El Murciélago, en Manta.
Ese es su lugar de trabajo. Sin turistas, señala, no tiene mayores ingresos económicos. Y la situación no mejoró este sábado 21 de mayo del 2016.
“La semana pasada hubo más turistas que hoy, pero si ha bajado bastante”, dijo Castillo, mientras ayudaba a su esposa Lizbeth Lascano, a pelar los últimos cocos que ofertaba en su puesto que está frente a la playa. Ella, quien trabaja en esa actividad desde hace más de cinco años, también ha sentido la falta de compradores.
“En temporada alta se venden hasta 50 cocos, hoy vendimos 15”, agrega Lascano. Para ambos la falta de afluencia de turistas locales se debe también a los últimos sustos tras el terremoto del pasado 16 de abril y las réplicas.
Estos vendedores, que además pertenecen a una asociación de más de 70 expendedores de cocos, granizados y jugos que ofertan sus productos en esta playa esperan la llegada de la próxima temporada de vacaciones. La mejor época para los vendedores es la que se inicia cada junio.
La artesana María Chávez, espera el feriado del próximo viernes. Tiene desde hace dos años un puesto de venta de artesanías en la misma playa. Chávez dice que las ventas se han reducido. “Desde que hubo el terremoto se puso peor la cosa. Hay días que vendemos USD 3 y otros nada”.
Para el próximo feriado, solo en Manta ya hay disponibilidad de
3 000 plazas hoteleras para acoger a los turistas nacionales y extranjeros, según los representantes locales de turismo.
María Chávez tiene desde hace dos años un puesto de venta de artesanías en la playa El Murciélago. Foto: EL COMERCIO