En la playa de Canoa el terremoto del 16 de Abril del presente año dejo daños irreparbles de perdidas humanas y una cuantiosa perdida de daños materiales. En la foto los bares del malecón estan cerrados. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Sol encantador, espectaculares kilómetros de playa y arena blanca, pero faltó vida. Canoa tuvo un sábado de contrastes porque contados bañistas y un puñado de surfistas fueron los únicos que disfrutaron de este hermoso paisaje natural.
Las temblores que se registraron el miércoles pasado, que superaron los 6,7 grados en la escala de Ritcher hicieron que las autoridades suspendieran todas las actividades nocturnas y los turistas también tomen precauciones.
“Algunas casas que quedaron en pie luego del terremoto de abril terminaron de caerse el miércoles”, dijo Lucía Cerón, quien cuidaba lo que le quedó de sus pertenencias, después del 16 de abril. Cerca del parque central, se mecía en su hamaca, mientras que su padre estaba en una silla junto con su hermana.
En la playa, ochos surfistas trataban de tomar una buena ola para deslizarse. Cuatro de ellos llegaron de Portoviejo. “Desde el martes que no veníamos”, dijo uno de ellos al tiempo que otro de sus compañeros expresó no tener miedo al mar si se produce otra réplica del terremoto.
De la treintena de kioskos que hasta abril ofrecían bebidas y batidos o típica comida manabita, apenas unos cinco intentaban captar la atención de los pocos turistas.
Cinco muchachos, dos ellos subidos en su alas-motor, intentaban volar. Luego de cinco intentos dieron un vuelo de un minuto y medio.
Así vivió Canoa la tarde de sábado, con mucho sol pero sin la presencia de turistas o lugareños porque estos se quedaron en los refugios o en sus carpas, cuidando lo poco que les quedó o lo que han recibido