Redacción Cultura
Fabio Paccioni recorre las calles céntricas de Quito. Es 1964 y el teatrista italiano, llegado al país como experto de la Unesco y solicitado por la CCE, ingresa al Café 77. Allí, los Tzántzicos desarrollan uno de sus ‘actos recitantes’: Antonio Ordóñez estrena el monólogo ‘Réquiem por la lluvia’, de José Martínez Queirolo.
Programa de mano
’Boletín y elegía de las mitas’ se presenta hoy y mañana, en el Teatro Sucre, a las 20:30. USD 5 y 2,50.
La obra alcanzó 350 funciones en su primera temporada y fue invitada a México, EE.UU. y Venezuela.
Otros trabajos significativos del Teatro Ensayo son : ‘Huasipungo’, ‘Santa Juana de América’, ‘Balada para un tren’, ‘Vida y muerte Severina’, ‘Memorias desde el cascajo seco’, etc.Ese encuentro entre Paccioni y Ordóñez, sumado a otros sucesos culturales y políticos, marcó el nacimiento del Teatro Ensayo, que hoy celebra sus 45 años de actividad ininterrumpida. Tras su expulsión de la CCE, en 1972, por la dictadura militar, el grupo desarrolló sus labores de forma independiente, hasta que en 2003 la institución lo acogió nuevamente en su seno.
Una “larga y bella y dura jornada” como la califica Antonio Ordóñez, a quien Paccioni delegó la dirección del grupo, en 1967. Larga, como lo demuestran sus 84 espectáculos representados. Bella, porque la búsqueda expresiva y la esperanza no concluyen, más bien toman aliento con cada nueva generación que llega. Dura, pues las condiciones no han sido las óptimas, siempre ha faltado el presupuesto y “los actores comen, generalmente”.
En el comienzo fueron 30 integrantes, ahora son 10. El elenco se ha renovado con egresados de la escuela de Teatro de la U. Central o con sus propios talleristas. Alguien que ha estado casi desde sus inicios es Gualberto Quintana. El técnico de iluminación y escenógrafo no duda en manifestar su respeto profundo por el Teatro Ensayo: “es el único grupo que, con todas sus peripecias, se mantiene tanto tiempo”. Asimismo, considera a Ordóñez uno de los viejos y buenos maestros, como Ilonka Vargas o Víctor Hugo Gallegos.
El Teatro Ensayo, aunque es el único que los sobrevive, se creó junto al Teatro Popular y la escuela de Arte Dramático de la CCE. Todo partió del proyecto de Paccioni y luego fue la base del movimiento del ‘nuevo teatro ecuatoriano’, “que dio método y proyección al teatro nacional, sin que esto signifique que antes no existiera”, dice Ordóñez, mientras evoca los montajes de Sixto Salguero y Paco Tobar.
Para celebrar esta trayectoria, el Teatro Ensayo repone en escena, desde ayer, ‘Boletín y elegía de las mitas’, una obra basada en el poema del cuencano César Dávila Andrade, y que, según Ordóñez, ha sido el ‘caballito de batalla’ del grupo. Estrenada bajo la dirección de Paccioni, en 1967, la pieza alcanzó amplia repercusión tanto por su propuesta de corte expresionista, como por la sensibilidad y la denuncia que estructuran su texto.
Hemos cumplido 45 años después de una larga y bella y dura jornada
Antonio Ordóñez
Director de Teatro EnsaySimón Corral, ex integrante del grupo, fue quien sugirió el poema. La escritura deslumbró a sus compañeros, pero a Paccioni le resultó extraña tanta reiteración de nombres y lugares, era un proceso histórico con el que no se identificaba. Entonces Oswaldo Guayasamín, en una reunión en su hogar, le persuadió de montarla, a partir de aquello el italiano se interesó en la historia.
La escenografía del primer montaje exhibía un sol dorado de soga y a los extremos de la tarima Guayasamín plasmó dos indígenas con los cuerpos mortificados, en relación con el ‘Boletín…’, una crónica dolorosa y terrible de la explotación en las minas y los obrajes. Ahora, la pieza presenta otra coreografía y formas distintas, pero mantiene algunas maneras de hacer y decir, algunos de los elementos que la hicieron una obra referencial en el teatro toriano.