El profesor de la Universidad de Columbia, Joseph Stiglitz, es el más influyente crítico del capitalismo estilo estadounidense, justo por haber estado en su centro: presidente del consejo de asesores del presidente Clinton, jefe del Banco Mundial, Premio Nobel.
El presidente Correa y los economistas del Régimen con frecuencia se refieren a Stiglitz, por coincidir con él. Tanto Stiglitz como el Gobierno consideran que el FMI y el Banco Mundial han dado malos consejos a los países en desarrollo, y que el consenso de Washington ha sido nefasto.
Esta crisis, sostiene Stiglitz, tiene sus orígenes en las políticas desreguladoras que impulsó el presidente Reagan, quien reemplazó en 1987 al exitoso presidente del Federal Reserve, Paul Volker, por Alan Greenspan, quien mantuvo su cargo hasta 2006, fiel a su convicción que los mercados se autorregulan; permitió el desbande del sistema financiero y el colapso de la economía.
Dicho esto, Stiglitz comienza a reflexionar con perspectiva histórica y se inquieta. En un artículo aparecido en el número de julio de Vanity Fair, Stiglitz observa que los grandes colapsos económicos engendran importantes giros en el tipo de organización económica.
El colapso de hace 80 años fue el inicio de la socialdemocracia en Estados Unidos, antes un país férreamente apegado al capitalismo clásico. La etapa “socialdemócrata” de Estados Unidos duró casi medio siglo.
El fracaso del comunismo soviético llevó a Rusia y Europa del Este a adoptar el capitalismo clásico, por rechazo a toda forma socializante de la organización económica.
Hoy, Stiglitz teme que los países en desarrollo golpeados por la crisis, en lugar de rechazar la desregulación y adoptar un sistema de equilibrio de los sectores estatal y privado en la economía, se vuelquen al marxismo, con desastrosos resultados.
“Muchos países pueden concluir no solo que el capitalismo sin controles al estilo de Estados Unidos ha fracasado, sino que ha fracasado el concepto mismo de economía de mercado… No retornará el comunismo de la vieja escuela, pero sí lo haría una variedad de nuevas formas de intervenciones excesivas en el mercado. Y fracasarán…
Los pobres sufrirán bajo estos nuevos regímenes, que no resultarán en crecimiento. Sin crecimiento no puede haber una sustancial reducción de la pobreza.
No ha habido ninguna economía exitosa que no haya tenido una dependencia fundamental en los mercados. La pobreza genera descontento. Las inevitables caídas económicas, siempre difíciles de manejar, pero en particular por gobiernos que llegan al poder por reacción contra el “neoliberalismo”, llevarán a mayor pobreza”.
Stiglitz ha dictado numerosas conferencias en el país. ¡Que alguien lo traiga de nuevo. Urgente!