Osmán Morote (izquierda) y Margot Liendo, salieron de las cárceles en las que pasaron más de 25 años para cumplir arresto domiciliario mientras son procesados por un atentado cometido en Lima en 1992. Foto: archivo EFE
La orden de arresto domiciliario dictada para los cabecillas de Sendero Luminoso Osmán Morote y Margot Liendo ha desatado fuertes crÃticas contra las autoridades judiciales de Perú, pero también una ola de rechazo ciudadano que demuestra que el temor a ese grupo terrorista aún no ha sido superado en el paÃs.
A pesar de que ha pasado más de un cuarto de siglo desde que la cúpula de Sendero fue detenida, con su lÃder y fundador Abimael Guzmán a la cabeza, los peruanos no olvidan las miles de vÃctimas y la gran destrucción que causó la agrupación maoÃsta.
Es, precisamente, el paso del tiempo el que vuelve a traer a la actualidad el accionar de los subversivos, al estar cumpliéndose muchas de las sentencias que se dictaron contra sus dirigentes que, a excepción de Guzmán y un pequeño grupo que recibió cadena perpetua, ahora comienzan a abandonar las prisiones.
Este viernes 20 de abril del 2018, Morote y Liendo, el primero uno de los personajes más visibles del senderismo, salieron de las cárceles en las que pasaron más de 25 años para cumplir arresto domiciliario mientras son procesados por un atentado cometido en Lima en 1992.
A pesar de que es muy probable que el juicio que aún tienen los devuelva a prisión, la decisión del tribunal fue rechazada por toda la clase polÃtica y el Gobierno peruano, con el argumento principal de que se trata de una “victoria del terrorismo”.
En medio del asedio de la prensa y grandes medidas de seguridad, ambos fueron conducidos a sus viviendas, lo que en el caso de Morote generó protestas de los vecinos del distrito de Chaclacayo, en las afueras de Lima, donde está la casa de su familia.
Para el sociólogo Félix Reátegui, la “onda de reacción escandalizada” ante estas salidas de prisión es “comprensible”, pero se tiene que remarcar que la medida se debe al “cumplimiento de las sentencias que se les impuso hace un cuarto de siglo”.
“Nadie deberÃa llamarse a sorpresa por eso; aunque eso no quiere decir que haya simplemente que encogerse de hombros, estamos hablando de cabecillas y gente importante en una organización criminal que causó decenas de miles de muertes en el paÃs”, comentó a Efe el asesor del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontifica Universidad Católica del Perú (Idehpucp)
Sin embargo, Reátegui opinó que, más allá de la discusión jurÃdica, se debe analizar “porqué y cómo se genera esta suerte de psicosis colectiva“, que consideró que “no es tan espontánea”, sino alimentada por sectores “fácilmente identificables”.
“Más allá de la comprensible reacción de preocupación, hay agentes interesados en convertir esto en una situación de psicosis y escándalo. Son, creo yo, en primer lugar, agentes autoproclamados guardianes del statu quo económico y polÃtico”, dijo.
Reátegui agregó que también se debe considerar que los polÃticos “no tienen una agenda pública que debatir“, a lo que se suma la “enorme discusión acerca de la corrupción” que se da en el paÃs.
“Para este grupo la forma más fácil, el atajo más cómodo para hablar de polÃtica sin que a ellos los tiña de nada, es hablar de Sendero Luminoso“, acotó.
El sociólogo indicó, además, que un gran sector de la prensa cubre estos hechos “solamente en clave de escándalo y de generar la idea de catástrofe”, lo que lleva a que “el tratamiento que le da a cualquier hecho de esto es un espectáculo“.
Tras decir que no se puede “negar que Sendero Luminoso es o puede ser un problema y que la democracia peruana debe usar todas las herramientas legales y constitucionales que tiene para poner freno a cualquier amenaza“, sostuvo que se debe preguntar “qué ha hecho Perú en 25 años?” para que ahora los ciudadanos se sientan “tan vulnerables ante dos o tres personas que salen de la cárcel“.
“Uno deberÃa preguntarse porqué tenemos tanto miedo, qué se ha hecho por la escuela peruana, dónde están los locales distritales de los partidos polÃticos en todo el territorio nacional para ponerle atajo a toda la prédica de Sendero Luminoso”, remarcó.
La respuesta es, afirmó, “que no están, no existen”, a pesar de que han pasado 17 años desde la transición democrática en el paÃs, tras la caÃda del régimen de Alberto Fujimori (1990-2000), y que “el Perú sigue último o penúltimo en inversión pública en educación”.
“Si hablamos de miedo a Sendero Luminoso estamos hablando de las cosas que no hemos hecho en estos años, en que hemos pensado que metiendo al diablo en la botella ya todo estaba todo solucionado”, concluyó.