Pablo Fiallos. Redactor
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Sin duda, Sherlock Holmes es uno de los personajes más interesantes que ha descubierto la ficción literaria y ha adaptado el relato cinematográfico.
75 actores han interpretado a Holmes en alrededor de 200 películas, tan distintos que van desde el cine silente con el cómico Buster Keaton, en el papel, hasta actores dramáticos como Peter Cushing o Christopher Lee. Ello ha convertido al personaje creado por sir Arthur Conan Doyle en el más representado dentro del cine.
La riqueza de este personaje es ahora aprovechada por el versátil actor, Robert Downet Jr., quien logra reconstruir al personaje y sus sentidos agudos y afilados, a partir de la excitante visión del director inglés Guy Ritchie.
El realizador, conocido por su vistosa puesta en escena y su ritmo trepidante en cintas como ‘Snatch’ o ‘RocknRolla’, es el responsable de esta revisión del personaje clásico. En su filme lo presenta a partir de una mirada moderna, con una puesta en escena que muestra un ritmo vertiginoso, mucha acción, humor negro, diálogos frescos e ingeniosos, una banda sonora dinámica y llamativos movimientos de cámara, que logran registrar cada detalle de este relato.
La historia se centra en el Londres victoriano, donde se ubica al personaje con sus conocidas obsesiones y manías, acompañado por el inseparable doctor Watson, quien cobra mayor protagonismo al ser caracterizado por un actor joven como Jude Law.
La pareja va siempre sobre la pista de una serie de brutales crímenes, basados en ritos satánicos. Desde el principio se da a conocer el rostro del enemigo, pues la cinta se centra más en encontrar la respuesta, lógica y racional, a un acertijo que parte de lo sobrenatural, demoníaco y desconocido.
Con muchos elementos del cine de misterio, que se detallan desde la iluminación con claroscuros y penumbras y a partir de las pistas del misterio central de la historia, la cinta apuesta también por ser un filme de acción.
Holmes y Watson infieren y deducen todo el tiempo, pero también resuelven sus conflictos a patadas y puños, escapan de terribles explosiones y se lanzan al río desde temibles alturas. La adaptación de Ritchie, que cruza al personaje original de la novela con el estilo de agente tipo 007, resulta entretenida, interesante y vistosa. Y aunque la cinta no eluda los tópicos del género de acción y en ciertos segmentos se conozca de antemano la salida del laberinto del héroe, termina por ser más interesante conocer el camino que eligen los protagonistas para resolver cada enigma.
Ritchie logra actualizar la visión del detective clásico a partir de un esquema en el que resulta necesario el discurso explicativo. Con una serie de trampas narrativas la historia plantea un juego de engaños al espectador. Y Ritchie lo hace de manera muy eficaz, como si fuera un encantador que presenta un gran acto de magia, pero que sabe que el espectador disfrutará más cuando conozca cuál es la trampa escondida en el truco.