Dos autos blindados de la Policía ingresan en medio de una fila de tráileres en un puerto de Guayaquil. Es jueves. Cinco policías y un can avanzan a un gigante galpón donde hay nueve contenedores cerrados con cintas y sellos de seguridad.
El equipo forma parte de la Unipa, una unidad de investigación que trabaja en los puertos y aeropuertos de Ecuador. Su tarea es verificar la carga que sale al exterior.
Un oficial ordena que se abra un contenedor, con base en informes de los servicios de Inteligencia. Ocho estibadores despliegan las puertas y con un montacargas sacan 80 cajas de cartón que contienen cobijas de lana. El can olfatea uno por uno los empaques. Otro agente usa un taladro y perfora el piso, el techo y las compuertas.
La inspección dura al menos dos horas. La alerta fue falsa. No se hallaron alcaloides.
A esa misma hora, en otro puerto de la ciudad se realiza el mismo trabajo con un cargamento que tenía como destino Reino Unido. El personal descubrió cuatro toneladas de cocaína, que habían sido camufladas en sacos de yute.
Los investigadores dicen que cada semana tienen alertas de que los narcos contaminan las exportaciones que zarpan de los puertos más grandes del Ecuador. En los cinco primeros meses de este año, los agentes se han incautado de 18,4 toneladas de droga en Guayaquil, Posorja y Puerto Bolívar. Esa cifra está cerca de las 23,5 toneladas detectadas en todo el 2020.
Apenas comenzado el 2021 se detectaron 1,4 toneladas de alcaloides que se encontraban en dos contenedores. Garo, un can adiestrado, alertó sobre un envío a Estonia. La información fue real. Todo estaba escondido entre el cacao.
El 29 de abril pasado, en cambio, Guatemala informó haber decomisado 123 kilos de cocaína que se encontraban en una carga procedente del Puerto Principal ecuatoriano. Tenía como destino México.
El decomiso se produjo en un muelle del Puerto Quetzal luego de que actuaran equipos de la Subdirección General de Análisis de Información Antinarcótica de la Policía Nacional Civil de esa nación. La cocaína se halló en tres costales.
En Guayaquil se destinan 30 uniformados para verificar 800 contenedores que, en promedio, lleva cada buque.
El personal se divide para realizar cinco tipos de inspecciones. Entre las más comunes están las que se ejecutan antes del embarque y ya en el barco.
Adentro, los contenedores se apilan como edificios de hasta ocho pisos.
Los policías se ven diminutos. En medio de toda esa infraestructura, el jueves detectaron anomalías en cuatro exportaciones. Con una grúa, de al menos 120 metros de altura, descargan todo para revisar.
Con un alicate, un agente destruye los seguros de las puertas y con una linterna inspecciona una mercadería: decenas de cajas de banano.
Un oficial, con más de tres años de experiencia, cuenta que los narcos tratan de enviar su material escondido en plátano, pescado y camarón.
En los puertos también opera un grupo especializado en buceo. La idea es inspeccionar las embarcaciones por debajo del agua. Por seguridad, todo el equipo permanece bajo el anonimato. Un policía que lleva más de un año en estas inspecciones cuenta que incluso han hallado droga líquida.
Él cuenta que en las inspecciones evita hablar con la gente. Parte de su formación además es detectar sospechosos que están infiltrados. En los últimos cuatro años, los investigadores que trabajan en los puertos han detenido a 103 personas en 196 casos relacionados con el narcotráfico.
En febrero pasado, tres hombres fueron capturados luego de que se detectaran 1 190 bloques de cocaína que se encontraban escondidos en una plataforma que iba a una de las terminales de Guayaquil.
Los oficiales advierten que sus seguimientos incluyen a personal civil e incluso a miembros policiales.
Cada año, los agentes pasan por pruebas del polígrafo y exámenes toxicológicos. Así tratan de determinar si hay algún investigador involucrado con bandas delictivas.
En el caso de personas externas a la institución uniformada, el seguimiento se realiza con la tecnología de los puertos.
Así se busca descubrir a los cómplices, pero agentes advierten que no todas las terminales tienen una infraestructura adecuada. El jueves, en la zona donde se realizaron las inspecciones no había escáneres. Cuando aquello ocurre, el trabajo de la Policía se duplica. El personal dice que la revisión de un contenedor puede tardar de tres a 11 horas.
Los narcos también actúan en alta mar. A inicios de este mes, los emisarios intentaron introducir 118 kilos de droga en un envío que iba a Asia.
Los rastreos determinaron que la embarcación salió de Guayaquil y en el trayecto a Posorja los sospechosos llegaron en una lancha y subieron el narcótico. Los policías abordaron el buque horas después y hallaron la carga ilegal.