Los cuerpos de los dos militares llegaron a Guayaquil la mañana de este miércoles, 21 de marzo del 2018. Foto: EL COMERCIO
Los dos ataúdes se colocaron juntos. La bandera del Ecuador los cubrió y las boinas de Sergio Elaje Cedeño, de 23 años, y Jairon Sandoval Bajaña, de 25, se pusieron sobre los féretros.
Los cuerpos de los dos miembros de las Fuerzas Armadas arribaron este miércoles, 21 de marzo del 2018, a Guayaquil a las 08:50 desde Esmeraldas. Ellos murieron en la zona de frontera tras la detonación de un artefacto explosivo cuando realizaban patrullaje en Mataje.
Los fallecidos recibieron honores militares por una hora y media. Una capilla ardiente se levantó en la Base Naval San Eduardo. Solteros y sin hijos, compartían similar anhelo: desde chicos querían vestir el uniforme blanco y hacer carrera en la Marina.
Ambos, tras su llegada al Puerto Principal, permanecieron en la capilla hasta cerca del mediodía. Luego, Elaje fue trasladado hasta su hogar, en el Suburbio de Guayaquil. Sandoval, en cambio, fue llevado a Milagro. Los dos serán sepultados a las 15:00 de este jueves en sus respectivas ciudades.
Como parte de las honras, sus compañeros de promoción acompañaron a los familiares y amigos. Elaje cumpliría este 2018 cuatro años en la institución, con el rango de marinero trabajó en Esmeraldas desde que se graduó.
Él era hijo único de su madre Jenny Cedeño, también constituía su pilar económico. Ella –sin palabras para la prensa- recordó brevemente que el joven era un apasionado para su trabajo y que era querido en el Suburbio guayaquileño.
Su padre, Sergio Elaje Olaya, llegó desde Babahoyo para acudir al velorio de su hijo a quien apoyó en su intento de entrar a la institución. El hombre fue su modelo, pues es un cabo jubilado de la Policía Nacional.
El marino tenía previsto visitar a su papá el pasado 24 de febrero, día en el que cumplió 75 años. Entre llantos, el adulto mayor rememoró que por la tensión en la frontera norte no pudo venir. “Él iba a mi casa, me pagó los mariachis, pero no pudo venir por su trabajo”.
Aunque dice que está resignado porque el uniformado cumplió con la Patria, cuestionó que haya estado en esa tarea.
“Hay bastantes expertos en explosivos, no pueden llevar a alguien que no sabe nada, tiene que ir gente experta que si encuentran un tacho sepan cómo actuar, mi hijo no sabía nada de explosivos”.
El marinero David Salazar compartió con el fallecido la promoción 102. Para él fue un camarada, motivador y que siempre arengó a sus compañeros encabezando el pelotón de trote. “Él quería ser parte de los grandes cursos de la Infantería de Marina, por eso se preparó en la escuela de Grumetes, siempre demostró fuerza y valor para cualquier reto”.
Mientras, Jairon Saldoval fue acompañado por sus allegados desde Milagro. El amor por las Fuerzas Armadas era una herencia familiar, pues ocho de sus familiares forman o formaron parte de la institución.
El cabo José Miranda, su primo, relató que el joven quería parecerse a su tío, un suboficial retirado de la Marina. En dos semanas tenía pensado pedirle matrimonio a su novia.
La última vez que lo vieron fue el 10 de marzo en la boda de un primo. Sus familiares lo recuerdan por su alegría y pasión por el fútbol: era hincha de Barcelona.
Los allegados de los dos uniformados comentaron que desde hace unas tres semanas ellos les habían alertado de que en la zona de frontera había un mayor trabajo. “La cosa se puso caliente, por eso nosotros habíamos aceptado que ellos pasarían más ocupado allá, solo nos queda resignarnos”, dijo uno de los tíos de Sandoval.