Una ruta turística que fortalece la fe y la espiritualidad
La hacienda San José, a orillas del río Daule, es una parada al aire libre en esta ruta. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
La sombra redentora de un guayabo acoge a los sofocados peregrinos que visitan la hacienda San José, a orillas del río Daule. Ese mismo árbol fue el refugio espiritual de Narcisa de Jesús Martillo Morán.
En medio de los arrozales que reverdecen en el cantón Nobol (Guayas) se levanta un templete en honor a la santa montuvia, nacida en esta hacienda en 1832 y canonizada hace 10 años. Bajo el árbol, un mural recrea parte de su vida.
“Este es un lugar para la oración en medio de la naturaleza”, dice Anthony Torres, catequista del santuario noboleño.
Esta hacienda es una de las paradas de Pasos y Huellas, un programa de recorridos por la Ruta de la Fe, como parte de la Semana Santa. El circuito es impulsado por la Dirección de Turismo de la Prefectura del Guayas y une a Guayaquil, Durán, Nobol, Daule y Yaguachi.
Esta ‘tierra santa’, de estirpe montuvia, no solo acoge a Narcisa en Nobol. También está el Cristo Negro de Daule, el Divino Niño de Durán, las siete iglesias emblemáticas de Guayaquil y la Catedral de San Jacinto, en Yaguachi.
“La ruta de la fe tiene caminos de fe. Y estamos pisando tierra de fe”, resume a un grupo de visitantes Lender Torres, guía especializada en turismo religioso. El lunes, 50 personas asistieron a un tour ‘full day’, organizado por la Prefectura.
Nancy Gutiérrez fue parte del grupo. En la hacienda San José contó que este viaje motiva un despertar espiritual. “Hemos conocido más de nuestros santos y hemos comprendido por qué debemos estar en oración”, comentó.
La Ruta de la Fe en Nobol también incluye museos. Una Virgen negra tallada en madera de samán resalta en el museo de religiones del Parque Cultural Garza Roja.
Kléber Bonilla es el guía que acompaña en esta travesía por los cultos más representativos del mundo. En un rincón está una réplica del Muro de los Lamentos. Enfrente descansa un buda gigante y una mezquita.
Pero la Virgen negra con un niño en brazos despierta curiosidad. “Hace 18 años un señor halló esta imagen en el río y la Virgen restauró su hogar. Ella es la restauradora de las familias”, explica el guía.
Esa santidad se extiende a Daule, donde se creó hace 30 años el monasterio Santa Clara. La hermana Soledad recibe a los turistas en la capilla con una amplia sonrisa y la sotana café oscura que distingue a las hermanas clarisas, entregadas a la vida de claustro.
Aunque nadie puede verlas, quienes llegan se sienten cercanos al degustar los delicados panes y los exquisitos helados que preparan, y que se expenden en un local interno.
“Como católicos, este paseo afianza nuestras creencias”, concluyó María Antonieta Quijije, otra de las visitantes. La Ruta de la Fe continuó ayer por los templos más característicos de Guayaquil.
En contexto
La peregrinación de los fieles por la Semana Santa aumenta las visitas de los viajeros en los destinos de turismo religioso en Guayas. La Ruta de la Fe enlaza varias paradas en los cinco cantones que invitan a la meditación y a la reflexión en estos días.