Ante sus coidearios el sábado anterior, Correa dijo que la alternancia en un mito oligárquico. FOTO: Presidencia de la República
El sábado anterior, el Presidente de la República afirmó que “la alternancia es un discurso burgués que nadie se cree. Es un mito. Tonterías de la oligarquía”. Su expresión generó polémicas en redes sociales, entre aquellos que aprueban la reelección indefinida de Rafael Correa y aquellos que lo cuestionan como parte de su afán de permanecer en Carondelet.
La alternancia en el poder ha sido considerada como la posibilidad de encontrar contrapesos en las políticas públicas para que no predomine una tendencia sobre otra. Es el fundamento de la democracia representativa que se consolida en las urnas. “Y es algo que expresa la diversidad que caracteriza a las sociedades”, dice el analista Julio Echeverría.
En un sistema que privilegia a las mayorías, la alternancia permite que coexistan las minorías y que se puede ejercer de manera más eficaz la rendición de cuentas, añade Echeverría. “Si hay un solo actor político, no tendría por qué rendir cuentas a nadie”, añade.
En los modelos políticos contemporáneos, la alternancia se ha practicado de distinto modo. En el último período democrático ecuatoriano hubo muestras de ello. Si en 1979 gobernó el progresismo con Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado, luego vino el mandato de León Febres Cordero, de derecha. Lo sucedió Rodrigo Borja Cevallos, un socialdemócrata; y luego volvió la derecha con Sixto Durán Ballén. Después de este, vino la inestabilidad que puso en crisis la gobernabilidad en el país.
Experiencias regionales
En el continente americano, ha habido diferentes experiencias. Estados Unidos, por ejemplo, ha variado permanentemente entre demócratas y republicanos. Las diferencias entre unos y otros pueden ser tan sutiles que muchos no consideran que tienen posiciones sustancialmente diferentes en la política de Estado.
En Chile, luego de 20 años de gobierno de la Concertación (centro-izquierda), la derecha solo tuvo un período, con Sebastián Piñera. De regreso el socialismo a La Moneda con Michelle Bachelet, la política de Estado continúa.
En Uruguay, el presidente José Mujica dijo al New York Times que la reelección indefinida puede considerarse “monárquica”. Lo sostiene en cuanto a figuras, no en cuanto a tendencias. Su partido, el Frente Amplio, está en su segundo período de gobierno consecutivo. Y es muy posible que el próximo año, su predecesor, Tabaré Vázquez, se convierta a la vez en su sucesor.
Solamente en Venezuela y en Nicaragua existe la reelección indefinida. Luego de décadas de Fidel Castro, en el último congreso del Partido Comunista impuso un máximo de dos períodos consecutivos para los futuros gobernantes.
Para el filósofo Iván Carvajal, incluso en las hegemonías chilena y uruguaya se da paso a la alternancia, no solo de nombres sino de posiciones. “Entre Tabaré y Mujica o entre Bachelet y Ricardo Lagos (ambos socialistas) hay diferencias”.
Una democracia burguesa
Miguel Chavarría, profesor de Teoría Política de la Universidad Católica de Quito, se muestra escéptico frente a la alternancia por ser algo que no nace de consensos ciudadanos sino desde las iniciativas del Estado. Además, “a la larga, incluso siendo parte de la forma de la democracia representativa, lo que Rafael Correa está afirmando es que él es imprescindible, aunque siempre esté diciendo lo contrario”.
En el fondo, añade Chavarría, “plantean que la reelección es un mal menor”. Lo grave “y lo llamativo, es que son conscientes de ello”.
Pero la ausencia de alternancias en un sistema político muestra un peligro aún mayor, sostiene Carvajal. Si la democracia moderna que conoce el mundo, y que es prácticamente la única conocida en la historia, nunca ha dejado de ser burguesa, con o sin alternancia. Lo peligroso, sostiene, es que si “la alternancia encubre el carácter burgués de la democracia, el no tenerla lo pone en evidencia”.
En contexto
Luego de las elecciones del 23 de febrero se está discutiendo las vías para permitir la reelección presidencial indefinida, pero el proceso se aceleró desde el 24 de mayo, cuando el Presidente dijo que apoyaba la enmienda constitucional para todo cargo por medio del voto.