Más de 1 000 motos denunciadas como robadas están en los patios de retención. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Los robos de motos en Quito se han incrementado en un 51,52% durante los dos primeros meses del 2019, según el Ministerio del Interior. En este año hubo 150 denuncias frente a las 99 del mismo período en el 2018.
Eso implica que, actualmente, en la capital se sustrae un promedio 2,5 motos cada día, lo cual causa preocupación entre la gente que se moviliza en ese medio de transporte. Asimismo, en el 2017 hubo 640 casos, mientras que en el 2018 fueron 811, lo que significa un aumento del 26,72%.
De los atracos registrados en la capital durante el 2019, el 90% ocurrió bajo la modalidad de estruche, indica el coronel Marcelo Rocha, jefe de operaciones de la Policía Judicial del Distrito Metropolitano.
Es decir –acota el oficial- las bandas se aprovechan de que sus dueños las parquean en sitios desolados, con escasa iluminación y poca circulación de transeúntes. Esperan que los conductores se alejen para vulnerar las seguridades y llevárselas a alta velocidad con destino desconocido.
La Policía ha identificado que La Mariscal, Iñaquito y Calderón son los sectores más vulnerables en el norte; y los sitios aledaños a La Michelena y El Recreo, en el sur. Los días de la semana con mayor índice de atracos son los viernes, sábados, martes y domingos.
Para César Benalcázar, presidente de la agrupación Motociclistas Ecuador, con alrededor de 32 000 agremiados en la capital, los atracos se han incrementado por la comodidad que ofrecen ese tipo de vehículos para ser desarmados y vendidos por partes. Al desmantelarlas, les resulta más rentable comercializar las piezas.
Con base en los datos recopilados en ese grupo, el 20% de perjudicados son personas que usan a las motos para salir de paseo u otras diversiones. El otro 80% corresponde a quienes las emplean para el trabajo y medio de transporte.
Así lo vivió Enrique P. (nombre protegido), a quien le sustrajeron cuatro veces la moto en Quito. La última fue en agosto del 2018 cuando la parqueó en el barrio Comité del Pueblo, norte de la ciudad.
También le robaron en las afueras de la Caja del Seguro del IESS, en la av. 10 de Agosto y Bogotá. Otro hurto sufrió en las inmediaciones del parque La Carolina, en el norte. “Ahora soy más precavido y siempre la ato con una cadena”, dice.
A Fabricio C. le arrebataron la suya en la avenida Mariana de Jesús cuando se acercó al lugar a realizar un trámite personal. Una comerciante del sector le indicó que unos desconocidos la subieron a una camioneta y se la llevaron.
Hace tres meses, a sus amigos alemanes les pasó algo similar cuando viajaron a la Mitad del Mundo. No había parqueadero, las dejaron en la calle e ingresaron al complejo turístico. Cuando salieron se encontraron con la novedad que habían desaparecido.
Les tocó regresar en avión y cancelar su viaje. Recorrían América en motocicleta. Pasaron por Estados Unidos y Centroamérica. Su objetivo era llegar a la Patagonia, pero se quedaron en Quito.
En otro caso, desconocidos se llevaron la motocicleta de Cristina P. en enero de este año; ocurrió en el barrio La Kennedy, norte de la urbe. Se dio cuenta de lo que pasó tras visitar a una amiga. Transcurrieron dos meses y la moto fue localizada en el sector de Carapungo, también en el norte.
Cristina recuerda que la Policía se comunicó con ella para notificarle el hallazgo. “Ahora trato de recuperarla, pero es muy difícil. Los trámites son muy enredados”, manifiesta.
Ante ese tipo de situaciones -indica Fabricio C.- uno de los mayores problemas que afrontan los motociclistas es la falta de espacios para parquear.
Asegura que en la zona azul deben dar más facilidades a los vehículos de dos ruedas y no solo priorizar a los carros.
Ante el incremento de los robos, la Policía implementa operativos permanentes para detectar a las bandas dedicadas a esa actividad y los lugares donde guardan las motos y desarman para venderlas por piezas.
Rocha indicó que, en lo que va de este año, los uniformados han intervenido en 200 talleres y se han recuperado más de 100 motocicletas.
Otro problema es que las motos robadas son trasladadas a localidades rurales con escaso control y las usan para movilizarse en el campo.