Luego del impacto que la pandemia tuvo en el Centro Histórico de Quito, que obligó a varios locales a cerrar, ahora, lentamente, se empieza a sentir la reactivación. Dicen los comerciantes que a medida que el proceso de vacunación contra el covid-19 avanza, los clientes regresan.
El alto número de personas inoculadas y la disminución en la ocupación de camas en hospitales, alentó al Municipio capitalino a subir el aforo en locales comerciales del 50 al 75%, lo que está beneficiando al comercio.
Sin embargo, el impacto de la pandemia aún se siente en la zona. Hay locales comerciales cerrados.
Una casa ubicada entre las calles Montúfar y Esmeraldas contaba con ocho locales comerciales; sin embargo, todos fueron desocupados.
La Cámara de Comercio de Quito registra que la capital cuenta con cerca de 30 000 comercios formales, pero no tiene un dato de los negocios que han cerrado.
Existen establecimientos que resistieron a la situación de emergencia sanitaria y no cerraron de forma definitiva, como es el caso de un almacén de ropa ubicado en los alrededores del Palacio Presidencial.
María Viteri, vendedora de esa tienda, se refirió a la época de confinamiento que vivió el país entre 2020 y 2021. “Fue algo trágico porque había días en que cerramos en cero”, dijo Viteri.
La mujer mencionó que poco a poco se ha ido recuperando algo de las ventas, pero no es como antes. “Hay ratos que vendemos, otros que estamos bajos. A veces tenemos abierta la tienda todo el día porque si cerramos, perdemos clientes”, agregó la vendedora.
Otro caso similar fue el de un restaurante que lleva abierto desde hace 56 años, localizado frente al Municipio. Carla Sánchez, vendedora del lugar, comentó que a pesar de la pandemia, su local familiar nunca cerró las puertas a los clientes.
“Lo que hicimos fue implementar un servicio de entrega a domicilio que lo mantenemos hasta el día de hoy”, expresó Sánchez. Y añadió que conforme avanzaba la vacunación, el negocio se empezó a reactivar.
En esto coinciden los vendedores que trabajan en las calles del sector.
Teresa, madre de cuatro hijos y cabeza de hogar, vende caramelos en la Plaza de la Independencia desde hace 24 años.
“Cuando llegó la pandemia, perdimos totalmente la mercadería. Ahora ya está mejorando la situación porque la gente ya sale de sus casas”, enfatizó la vendedora.