Encontrar estacionamientos en La Mariscal a partir de las 16:00 es un problema para los distintas personas que buscan esparcimiento. Foto: Luis Rodríguez/ EL COMERCIO
Encontrar un espacio para estacionar el vehículo en La Mariscal es un problema. A partir de las 16:00, en especial los jueves, viernes y sábados, las personas comienzan a llegar al sector en busca de un sitio donde ir a distraerse de la rutina.
Las zonas azules destinadas por el Municipio de Quito resultan insuficientes para la alta demanda de vehículos que buscan un espacio seguro donde quedarse.
Pasadas a las 18:00, los flayeros, vendedores de cigarrillos y demás personas que laboran en el sector se ubican en las veredas y calles principales.
En la intersección de las calles General Robles y Juan León Mera, el servicio para estacionamiento está en USD 1 la hora o fracción. Pero resulta un tanto distante para acudir a algún bar o restaurante cerca de la Plaza Foch.
Una de las personas que cuida vehículos, Leonor Guaytarilla, comenta que el valor por estacionar es de USD 0,40 de lunes a viernes. Aumenta a USD 0,80 los fines de semana. El tiempo máximo para quedarse es de dos horas. Pero ella se queda únicamente hasta las 18:00 pues vive en el sur de la urbe y no tiene forma de transportarse hasta la noche.
Este valor lo cobran todos los cuidadores que laboran en los estacionamientos dispuestos por el Municipio y son parte de la Zona Azul.
Antes de llegar al Consejo de la Judicatura, en la avenida General Ignacio de Veintimilla, el costo de la hora por estacionar es USD 1. El espacio es para máximo 20 vehículos, según indicó el encargado que pasa allí.
El valor del parqueadero aumenta en medida que hay más proximidad a la Plaza Foch. En la calle Joaquín Pinto, un parqueadero ofrece espacios por USD 1,50 la hora. De forma similar otro parqueadero ubicado en la calle Mariscal Foch, el precio es de USD 1 hasta las 17:00. Pasada esa hora se cobra USD 1,50.
Paralelamente, el tránsito se debido a la dificultad para hallar estacionamiento. Los vehículos dan vueltas a las manzanas en busca de un lugar.
Uno de los cuidadores que prefirió no identificarse comentó que trabaja desde las 17:00 hasta las 02:00. Se comunica por radio con otros miembros dela asociación para alertar de cualquier inconveniente que pueda suscitarse.
Una de las calles donde no hay ningún espacio disponible es la José Calama. Barrotes ubicados de cada lado de la calle impiden que los vehículos se estacionen. No obstante, algunos motociclistas lo hacen, pese a la prohibición que existe de no estacionar en veredas y en lugares no permitidos.
Uno de los miembros de la Asamblea Barrial La Mariscal, Iván Alemán, manifestó que los cuidadores de vehículos ayudaban de cierto modo a la seguridad de este barrio. No obstante, señala que el Municipio debe vigilar que haya “un proceso adecuado en la instrucción de estas personas” y “sea un buen lugar para los asistentes“.