Dos predios patrimoniales del Centro Histórico serán hoteles en Quito

Parte del complejo jesuita se convertirá en un hotel con áreas para eventos culturales. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Dos edificios patrimoniales del Centro Histórico se volverán hoteles. Uno de ellos, el Humboldt, recobrará su uso original. En el otro, funcionaron dos colegios. Ambos proyectos tienen la anuencia del Municipio y son parte del camino de conservación de los tesoros de la urbe, que festeja los 41 años de la declaratoria de Patrimonio Mundial.
En lo que va de la actual administración municipal -que arrancó en mayo-, seis intervenciones en bienes patrimoniales del Centro recibieron el visto bueno de la Comisión de Áreas Históricas y Patrimonio.
En la ciudad, el inventario patrimonial está compuesto por 8 000 bienes. De estos, más de 5 000 están en el Centro. Hasta febrero, se contaba con 319 registros de patrimonio moderno solo en el núcleo central (de la calle Bolívar, al sur, a la Manabí, al norte; y de la Imbabura, al occidente, a la av. Pichincha, al oriente). Sin embargo, la cifra es variable y está en marcha una revisión.
El Hotel Humboldt (Espejo y Guayaquil), que es de corte moderno, se encuentra en el inventario monumental. Lo mismo ocurre con el otro edificio que será intervenido y que es parte del complejo Jesuita (Benalcázar y Espejo).
Viviana Figueroa, jefa de la Unidad de Áreas Históricas y presidenta de la Subcomisión Técnica de Áreas Históricas y Patrimonio, destaca que en los dos edificios se generarán áreas de comercio. Actualmente, están sin uso.
En los dos casos, los proyectos se ejecutarán con inversión privada y se espera la generación de plazas de empleo. No se han hecho públicos los montos que se destinarán para las adecuaciones.
Desde la dirección del proyecto Humboldt se adelantó que se habilitarán 83 habitaciones, para “recobrarlo, traerlo a la vida”. Un hotel moderno, con marca internacional, con todas las facilidades para el cliente. Está previsto que a finales de este año arranque la intervención. Las obras durarán 18 meses. Luz Elena Coloma, presidenta de la Comisión de Áreas Históricas del Concejo, refiere que en el predio de la Benalcázar, el hotel tendrá 60 habitaciones, un salón de eventos, un restaurante y será operado por una cadena internacional, especialista en propiedades históricas.
Alfonso Ortiz, arquitecto y excronista de la Ciudad, da fe de que la intervención de los predios puede dar vitalidad al Centro. Y que este tipo de propuestas son atractivas porque tienen rentabilidad.
En el caso del Humboldt, se trata de un referente de la arquitectura moderna capitalina. Fue el primer edificio construido en altura en el Centro y con hormigón armado, hacia finales de 1930, con la intervención del ingeniero Alberto Mena Caamaño.
Ortiz confirma que es uno de los pocos que tiene un estilo moderno art deco, con elementos ornamentales en la parte interior. Para levantarlo se derrocaron al menos dos casas. Una fue del comerciante Pedro Pablo García Moreno. En la época no se había fortalecido el concepto de conservar las edificaciones antiguas y levantadas con adobe.
Se edificó en dos etapas, primero las torres del hotel y luego el edificio esquinero hacia la Guayaquil, donde funcionó el Banco La Previsora. Con el tiempo, en el sitio se construyeron elementos adicionales al diseño original.
Para Ortiz, aunque en las edificaciones puede haber agregados que valoran la obra, en ese caso puntual, se cometió un error al construir en la terraza un extra que pone en riesgo a la edificación porque no hay coherencia estructural.
El proyecto contempla, justamente, el recobrar las características originales del edificio. Lo propio ocurre con la propuesta en el predio de la orden religiosa, que tiene una trayectoria más larga y surgió como parte de un complejo entre las calles Sucre y Espejo-García Moreno y Benalcázar. La Compañía de Jesús consolidó allí su propiedad entre 1605 y 1650, canalizando y rellenando una quebrada.
Los edificios dentro de esos límites provienen de diversas épocas. Pasaron por las manos de la colonia española cuando los jesuitas fueron expulsados del territorio, y les dieron varios usos. Cuando llegó la Revolución Liberal, el Colegio San Gabriel tuvo que abandonar la sede frente a la iglesia de El Sagrario. El plantel se trasladó y compartió el edificio con el convento.
Pero el alumnado, al igual que la población de Quito, comenzó a crecer. En 1900 había 50 000 moradores y para 1930, 100 000. Así que, relata Ortiz, el edificio fue modificado y le añadieron un piso de hormigón. El plantel ocupó el sitio por 50 años y el Gonzaga, 10.
En el caso del Humboldt, Coloma confirma que se hicieron pruebas de ingeniería para definir el estado de la estructura y se constató que se trata de un edificio hecho con “mucha calidad”. Se conservan elementos como la bóveda del banco.
Coloma y Ortiz concuerdan en que, si bien la inversión en los hoteles es importante y tiene réditos, hay que volver la vista a la vivienda, que la gente vuelva al Centro. El sector ha perdido más de 30 000 habitantes en los últimos 30 años.
“La vivienda es el soporte de un Centro Histórico. Si no hay gente que viva, se muere”. Y el antiguo cronista plantea: ¿Quién invertirá en esta?