En la estación La Carolina, que tiene 9 000 metros cuadrados de construcción, se trabaja en la colocación de escaleras eléctricas y ascensores. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO
El hallazgo de combustible en el suelo donde se construyó la estación La Pradera fue el principal inconveniente que se encontró durante la construcción del Metro de Quito, y que llevó a postergar el plazo de entrega de la obra civil.
Su construcción empezó en abril del 2016 y tenía un plazo de 36 meses para la entrega física (abril del 2019) y seis meses más (octubre) para realizar las pruebas. Paralelamente, también hay un retraso en el proceso de selección de la empresa que manejará el Metro.
Edison Yánez, gerente de la entidad, indicó en una entrevista anterior con este Diario, que el proceso de contratación tiene una demora de al menos un año. Y su avance depende de la aprobación de la Ordenanza que fijará el ajuste tarifario del sistema de transporte.
Guillermo Abad, secretario de Movilidad, concuerda con Yánez y señala que los interesados en operar el Metro deben contar con la Ordenanza tarifaria aprobada para poder hacer sus flujos, sus corridas financieras y ofertar. El miércoles, la Secretaría de Movilidad entregó el proyecto de Ordenanza al vicealcalde Santiago Guarderas, para que la Comisión de Movilidad lo analice y pueda pasar al Concejo.
Retraso en obra civil
Hidalgo Núñez, gerente subrogante de la obra a cargo del Consorcio Acciona, indica que la entrega física se realizará en marzo del año próximo (11 meses después de lo acordado en un inicio), luego vendrán las pruebas y se espera que el sistema entre en operación en octubre del 2020.
Sin embargo, Núñez considera que no hay retraso porque en una obra de esta magnitud, es normal que se presenten situaciones imprevistas que afecten al flujo constructivo y que es imposible identificarlas en el arranque de la obra.
Para ajustar el cronograma fue necesario suscribir un acuerdo. Pese a que el plazo inicial se modificó, no se generaron gastos adicionales a los que constaban en el contrato.
La estación La Pradera se ubica cerca a una gasolinera. Al empezar los trabajos, en el 2017, se encontró un suelo contaminado con hidrocarburos, se debió dar un tratamiento especial y apenas en junio de este año se hizo el sellado de juntas para evitar filtraciones. Durante más de dos años se trabajó en la construcción y en la remediación del suelo.
Raúl Talavera, gerente técnico y quien está a la cabeza de la obra, indica que realizaron 46 sondeos (agujeros que van desde la superficie hasta por debajo de la profundidad de la cota del túnel entre 35 y 40 metros) y midieron metro a metro el nivel de contaminante.
Entonces se levantaron las paredes que bordean la estación y la encapsularon con una barrera de mortero construido a presión, para que la estación y el túnel estuvieran protegidos. Se sacaron 27 000 litros de combustible.
Además, debieron reducir el nivel de concentración de gases volátiles con una especie de bombeo, que fue “técnicamente complicado y relativamente costoso”.
La obra ha encontrado otros inconvenientes en los frentes de la U. Central (se debió mover la ubicación de la parada), y Solanda (donde hay un pozo de desfogue), pero la prórroga fue por el suelo contaminado.
Una vez que la obra civil esté lista, vendrá un proceso de recepción por parte del Municipio. Los trenes y los sistemas deben ser probados en operación dentro del túnel, lo que estará en manos del operador.
La obra gris del sistema de transporte está terminada: la fase de infraestructura del túnel, las estaciones, pozos y demás. Se trabaja en la terminación arquitectónica; también en el montaje del cable eléctrico del que se nutre el tren, y que tiene un
Además se realizan las pruebas de acoplamiento de 14 de los 18 trenes que están en Quitumbe. Una vez que esté completamente electrizada la línea se harán pruebas. Se espera que se realicen a finales de año.