La colorida fachada de la casa que está entre las calles 24 de Mayo y Cuenca ya es parte de la memoria colectiva reciente de los quiteños. Allí, el artista español Okuda San Miguel pintó un mural en el que aparece una bordadora de la parroquia de Llano Grande con un sombrero de Pikachu.
Lo que la mayoría desconoce es que detrás de esta fachada, que generó un acalorado debate social, está una casa patrimonial donde funcionó el Teatro Avenida, un cine que durante décadas formó parte del circuito de salas que se concentraron en las calles del Centro Histórico de Quito.
Teatro Avenida
Antes de que las cadenas de cines irrumpieran en los centros comerciales, la ciudad contaba con varios teatros en los que se realizaban proyecciones cinematográficas. Entre los espacios más populares estaban el Teatro Bolívar, Cumandá, Atahualpa, Variedades, Capitol, Puerta del Sol y Avenida.
Víctor Vizuete fue una de las personas que disfrutó de las películas que se proyectaron en el Teatro Avenida. Este periodista y contador de historias urbanas recuerda que la primera vez que entró a esta sala fue de la mano de su padre; un obrero que trabajó toda su vida en la Cervecería Victoria.
Eran los finales de los años 60 del siglo pasado y él apenas era un niño cuando el Avenida se convirtió en parte de su vida cotidiana. Cuando no podía ir con su padre, el encargado de llevarlo era su tío. En esta sala vio películas mexicanas, argentinas, italianas, estadounidenses e incluso chinas; desde filmes bíblicos, como el ‘Mártir del Calvario’, hasta otras atrevidas, protagonizadas por Isabel Sarli.
“Lo recuerdo como un cine modesto. Tenía una luneta y una galería pequeñas. Era tan popular, que reunía en santa paz a ladrones, prostitutas, vendedores de baratijas, vecinos pobres del barrio, estudiantes repobres de los colegios fiscales y obreros cansados que relajaban el cuerpo viendo a Cantinflas o a Clint Eastwood”.
Uno de los pocos registros visuales que existen del Avenida durante los años 60 del siglo pasado está en la página de Facebook de Quito Nostálgico. Se trata de una instantánea en blanco y negro que muestra la dinámica que tenía la 24 de Mayo por esos años. Las personas que han comentado está imagen coinciden en que se trataba de un cine con las entradas más baratas de esos tiempos.
Entre la década de los 80 y 90, como la mayoría de salas de cine del Centro Histórico, el Avenida cerró sus puertas. Sus butacas fueron cambiadas por sillas de plástico y ahora, solo se abre para los cultos que realiza el Ministerio Evangelístico de Restauración y Avivamiento Ríos de Agua Viva.
Según datos del Instituto Metropolitano de Patrimonio de Quito (IMPQ), esta casa ahora es propiedad de la Asociación de Iglesias Evangélicas Ecuatorianas.
La 24 de Mayo
A inicios del siglo XX, en este sector de la ciudad estaba la quebrada de Ullaguangayacu (de los Gallinazos), rebautizada como de Jerusalén. Patricio Guerra, cronista de la Ciudad, cuenta que el paisaje de esta zona comenzó a cambiar a propósito de la conmemoración del Centenario de la Batalla de Pichincha.
En ese tiempo se construyó el bulevar; una obra que popularizó la zona. Vizuete, quien caminó muchas veces por estas calles cuatro décadas después, la recuerda con mucho movimiento comercial, donde se vendían desde enseres y muebles hasta cachinería y favores sexuales.