Desde la avenida principal de Nayón, a una cuada de distancia del centro, se distingue una pequeña calle de tierra. Al recorrerla se encuentran 10 familias que viven sin agua potable y energía eléctrica desde hace más de siete años.
Sobre la calle Miguel Carpanta hay seis casas y algunos viveros. La mayoría de vecinos viven de la venta de plantas.
Pero mantenerlas es un sacrificio por la falta de agua potable y alcantarillado. Herminia Juiña es la propietaria y cuenta que tiene que llevar el agua en baldes o pedir a vecinos de la avenida principal.
“Pero ya no me quieren prestar porque es una molestia”, lamenta la mujer que vive de la venta de sus plantas. Entonces se llena de incertidumbre y le preocupa su futuro ya que las plantas “pueden morirse si ya no llueve”.
Lo mismo le pasa a María Anaguano, una mujer de la tercera edad, que prefiere recoger el agua lluvia. “Se le hace hervir para poder usar”, explica.
Y no son los únicos inconvenientes. Tampoco tienen alumbrado público en las calles y algunas casas han logrado conectar el servicio de manera directa, con cables, desde medidores que hay en la avenida principal de Nayón.
Sin embargo, representa un costo alto que no todos pueden pagar. De acuerdo con Jeaneth Ávila, vecina del sector, el costo por metro es de USD 10.
“Yo jale 150 metros de la luz y tuve que endeudarme”, cuenta. Es así como en su casa y en otras lograron colocar focos con sensor de movimiento para alumbrar el camino de los vecinos que pasan por ahí.
Sin alumbrado público se sienten inseguros y dicen que han pedido ayuda a las autoridades. Pero la respuesta es que deben costear su propio transformador para conectar los postes.
Son USD 12 000 en promedio lo que han cotizado. Y se hace imposible para quienes “sobreviven porque no tienen para vivir”, reclama Ávila.
Así transcurren los días para las familias del sector de Cuballo. Donde quienes logran tener los servicios básicos lo han hecho con su propia gestión y recursos.
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