Político, empresario, dirigente deportivo y exalcalde de Quito. Nació en Tulcán, provincia del Carchi, el 20 de diciembre de 1933 y falleció hoy, 17 de agosto del 2021. Nieto de un coronel alfarista; e hijo de don Plutarco Paz, liberal ateo y emprendedor. Y de doña Gloria Delgado: descendiente de poeta, diplomático y revolucionario colombiano.
Desde niño se radicó en Quito y creció junto a su abuela paterna, mientras el padre y la madre recorrían la frontera norte con sus emprendimientos y cuando la cosa se ponía difícil, Guayaquil era el otro destino empresarial. A pesar de la influencia religiosa de la abuela, Rodrigo Paz, no asumió ninguna creencia y terminó como agnóstico.
Cursó la primaria con los hermanos cristianos de La Salle, se graduó de bachiller en el colegio Americano; y a la hora de escoger la carrera universitaria se decidió por Derecho, en la Universidad Central, pero pronto advirtió que las leyes no eran su campo, entonces viajó a Estados Unidos a estudiar economía en la Universidad Bridgeport.
Amante de la lectura, comenzando con Los Tres Mosqueteros, de Alejandro Dumas, para rematar con textos de historia, política, economía, sin dejar de lado la ficción. El jazz, los boleros, la salsa, el mambo, el cha cha cha y la música clásica, fueron sus pasatiempos musicales. Mientras que la comida italiana y china, pasando por los platos típicos nacionales, le abrían su apetito insaciable.
Fiestero, farrero y bailarín; jugador de póker y tenis; prefería el whisky antes que el tabaco, vicio al que nunca le prestó atención, por convicción y también por la implacable asma, que le fastidiaba desde cuando cumplió sus 40 años de vida.
No fue rencoroso, pero nunca le perdonó a Jamil Mahuad, por desleal y por el feriado bancario que provocó dolor y lágrimas al pueblo ecuatoriano. Luis Chiriboga Acosta, ex presidente de la ecuatoriana de fútbol, también mereció su desprecio. Mientras Abdalá Bucaram, nunca contó con su amistad.
Siempre pensó en su país, por eso hasta con lágrimas pidió al presidente Rafael Correa, deponer su lenguaje agresivo y evitar una confrontación. Recomendaba una lucha pacífica, sin ambiciones desmedidas y con respeto a los demás.
El funcionario público y político
En su juventud admiraba al cefepista, Carlos Guevara Moreno, más tarde se alineó con Galo Plaza y finalmente, Osvaldo Hurtado, le ganó una apuesta y le dio el carné de la Democracia Popular.
En 1951, en el Gobierno de Galo Plaza Lasso, recién graduado de bachiller, tuvo su primer contacto con la burocracia, cuando por influencia del tío político, Alfredo Peñaherrera Vergara, Ministro del Tesoro, se desempeñó como Asistente “de cuarta”, en esa Secretaría de Estado.
En 1979, durante el retorno a la democracia y tras 7 años de dictaduras militares, el flamante presidente Jaime Roldós Aguilera, le nombró Ministro de Finanzas, una de sus medidas fue un paquetazo económico, que incluía la subida del precio de la gasolina. Más tarde vino la devaluación monetaria. En septiembre de 1980, el entonces legislador, León Febres Cordero, lo enjuició políticamente, por una reforma arancelaria, pero no consiguió su censura y destitución. Dolido por ese fracaso, luego retó a golpes al ministro Paz, quien finalmente, por problemas de salud dejó el ministerio. Años más tarde, construyeron una buena amistad y cuando fueron alcaldes, de Quito y Guayaquil, respectivamente, el Negro asesoró con un equipo de expertos del municipio capitalino, al líder socialcristiano.
En 1996, cobijado por los verdes de la Democracia Popular y en binomio con el abogado guayaquileño, Ramiro Larrea Santos, buscó la presidencia de la República, pero ocupó el cuarto puesto, mientras Abdalá Bucaram, llegó a Carondelet.
En 1997, en el Gobierno Interino de Fabián Alarcón, dirigió el Consejo Nacional de Modernización del Estado, Conam.
En 2003, el entonces presidente Lucio Gutiérrez, le propuso ser embajador de Ecuador en Washington, pero no aceptó.
El alcalde de Quito, 1988-1992
No estaba dentro de sus planes la alcaldía de Quito, pero cayó en la tentación de su coideario, Oswaldo Hurtado y de otros correligionarios y amigos, que le convencieron que tenía la pinta para dirigir la capital de la República. El primer paso fue afiliarse a la Democracia Popular, con cuya bandera se lanzó a la lid. Al frente estaba Fabián Alarcón, regateador profesional de la política, a quien le ganó con estrecho margen.
A los 55 años de edad, llegó a la municipalidad y reemplazó al radiodifusor “Maestro Juanito”, Gustavo Herdoíza. El mismo día, con algunas horas de diferencia se posesionó como inquilino de Carondelet, Rodrigo Borja, sucesor de León Febres Cordero. Borja y Paz, fueron buenos y cooperantes vecinos.
En los cuatro años de gestión el Negro Paz ejecutó importantes obras: se hizo realidad, a tiempo y con ahorro, el anhelado Proyecto de Agua Potable Papallacta. En su administración se construyó, amplió y mejoró la red vial: los tramos sur y norte de la Panamericana; las avs. De los Granados, Eloy Alfaro, Oriental y Occidental. Se llevó a cabo el Plan Laderas del Pichincha, para proteger a la ciudad de los efectos del invierno. Se construyeron siete intercambiadores y se edificó el Camal Metropolitano. En definitiva, más de 3 000 obras en toda la urbe, especialmente en los sectores populares, según el recuento de su asesor, Fernando Carrión.
En materia administrativa reactivó la idea del exalcalde Sixto Durán Ballén, para convertir a Quito en Distrito Metropolitano; y en cuanto a movilidad dejó iniciada la licitación para la implementación del Sistema Trolebús, iniciativa y obra que las materializó su sucesor, Jamil Mahuad, en 1993, la primera y en 1995 la segunda.
Al alcalde Paz le correspondió ordenar y organizar los mercados de la ciudad que eran botín de extorsión e intimidación de mafias, como la de tristemente célebre, Luz María Endara, “Mama Lucha”. También se logró recuperar el Centro Histórico, mediante la reubicación y control de la informalidad y las ventas ambulantes y se crea, el ahora desaparecido Fonsal, Fondo de Salvamento, para mejorar la imagen patrimonial de la ciudad.
Vale recordar una campaña comunicacional: cívica y ciudadana, para recuperar la chispa, el humor y las buenas maneras de los quiteños, a través de un querido y añorado personaje: Don Evaristo Corral y Chancleta.
En su paso por la Alcaldía, contó con un soporte fundamental: Su esposa, doña Cecilia, quien condujo con firmeza el Patronato Municipal San José, donde realizó una importante obra social y cultural.
El Negro Paz terminó su período con alta popularidad– pero cuando subió los impuestos municipales recibió el rechazo generalizado, que poco a poco fue revirtiéndose cuando la gente vio que con sus tributos se hacían las obras- para dedicarse a sus negocios y al amor de su vida la Liga. Pero deja la mesa tendida para su sucesor, Jamil Mahuad, quien se benefició directamente, porque en ese entonces la Constitución no permitía la reelección.
En el 2004, quiso regresar a la Alcaldía, pero el cariño y el reconocimiento que los quiteños le manifestaban a su paso no fueron suficientes, porque su contendor el alcalde en funciones, Paco Moncayo, fue reelegido con el 57% de los votos.
Tras esta derrota se retiró oficialmente de la política, con la “satisfacción de haber servido a la comunidad”.
El empresario
Su padre, don Plutarco, como buen pastuso, fue un emprendedor visionario. Un as para los negocios. En la frontera con Colombia comenzó a cambiar monedas: sucres, pesos y dólares. De esta manera surge en Tulcán la primera casa de cambios del Ecuador, más tarde en Quito, en 1953, aparece la Casa Paz, dirigida por Rodrigo, ubicada en el tradicional Pasaje Royal, en el corazón de la ciudad. Años más tarde se abrieron sucursales en Ambato y Cuenca. Mientras en Guayaquil se fundó Cambiosa.
En 1970, con Tommy Wright y Hernán Correa idearon y crearon la empresa constructora e inmobiliaria PROINCO, que comenzó a diseñar y levantar proyectos urbanísticos e infraestructura comercial, que modernizó la ciudad.
En 1972, encarga la administración de Casa Paz a sus amigos y socios, Blasco Moscoso, Sidney Wright y Rodrigo Rivadeneira, para dedicarse de lleno a la construcción del primer mall de Quito, el Centro Comercial Iñaquito, C.C.I, en la Carolina. Para ejecutar esta obra contó con el aliento del entonces alcalde, Jaime del Castillo.
En 1977, creó el centro social y recreación privado, Country Club.
En 1978, se cumplió otro reto, la apertura del Banco de la Producción, hoy conocido como Produbanco.
En 1979 apareció la Fundación para el Desarrollo Deportivo, Fundeporte, en Chillogallo, al sur de la ciudad: canchas deportivas, áreas recreacionales y sociales, construidas en 30 hectáreas.
Sus éxitos empresariales le ubicaron entre los cinco empresarios más importantes del país.
En 2008, la Revista América Economía, le otorgó el premio excelencia empresarial.
El dirigente deportivo
Desde “negrito chiquito” le gustó el deporte, especialmente el indor fútbol y el baloncesto. Se destacó en estas disciplinas en el barrio, en la escuela y en El Americano. Recuerda que el Titán, antecedente del Aucas, fue el primer equipo de sus amores. Incluso cuenta que alguna vez, en su vida estudiantil, reforzó el quinteto basketero del cuadro oriental. Aucas es “el enemigo querido y necesario de la Liga”, solía decir al rememorar el superclásico capitalino.
En 1954 se vuelve albo, y al año siguiente, para completar la directiva de la Comisión de Divisiones Inferiores de Liga, es designado vocal suplente. De ahí en adelante se borda un romance inusitado entre la LDU y Rodrigo Paz, que ha procreado 10 títulos nacionales, cinco internacionales, dos descensos, una infraestructura de primera, una fiel y exigente hinchada, lágrimas de triunfo y de impotencia, y lecciones para la consecución de objetivos de alto rango, como la Copa Libertadores y el subcampeonato Mundial de Clubes en 2008; la Sudamericana en 2009 y la Recopa en 2010.
En 1967, comenzó sus andanzas como presidente de Liga, dignidad que la volvió a ocupar en 1973, 1976 hasta 1979, cuando comenzó una nueva alternancia dirigencial, pero con la mirada escrutadora y proactiva del Negro. Para entonces, el menor de los Paz Rodríguez, Esteban, ya era hincha “a muerte” de la Liga y se iba labrando el cambio generacional. Hasta que llegó el momento y comenzó a manejar el marketing y las finanzas. Experimentó al comienzo resbalones y caídas, pero la batuta y firmeza del padre, albo vitalicio, lo enderezó y llegó la hora de tomar las riendas.
El Negro Paz, nunca se durmió en los laureles. Paso a paso se concretaban sus sueños materiales para su LDU. Primero fue la construcción del Complejo de Pomasqui. Hasta que llegó 1997 y se inauguró su gran sueño: el moderno estadio de la Liga, La Casa Blanca, que bien pudo llevar el nombre de su promotor y ejecutor, Rodrigo Paz Delgado, pero no le pareció buena idea. Pero ese es un monumento fehaciente de su entrega y emprendimiento deportivo, en beneficio del equipo de sus amores, la ciudad y el país.
Los dolores y penas del negro
La vida no se compone solamente de alegrías y éxitos, para ser completa también tiene sus lágrimas y dolores. A lo mejor lo uno y lo otro nos hacen más humanos, más terrenales, más sensibles, para al final recobrar la sonrisa y merecer seguir viviendo.
En 1960, un accidente aéreo le arrebató a su primera esposa, Liliana y a sus tiernos hijos: Mónica y Rodrigo Jr. Su amor de juventud y el fruto del feliz matrimonio se fueron para siempre. También quedó huérfano de sus padres y de la abuela que arrulló sus sueños infantiles. Solo le quedaba su hermana menor, Gladys.
Pero la vida le dio otra oportunidad. En medio de la farra y el baile conoció a quien le llenaría de nuevo el corazón y los espacio de su existencia, doña Cecilia, que le dio tres nuevas razones para vivir. Gloria, Verónica y Esteban. El último y único varón, habría de ser su sucesor natural en todos sus emprendimientos, especialmente en lo deportivo. En lo político, parece que hubo las ganas, pero no las coyunturas y peor el fuelle de “Papá Oso”.
La fama y la fortuna, también hacen autogoles, pues despiertan los malos instintos en los traficantes de la vida. La noche del martes 19 de abril de 2002 fue secuestrado Esteban Paz por un comando guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, que lo internó en la selva y exigió el pago para su liberación. Cerca de un mes duró este suplicio para la familia Paz Rodríguez. Tuvo un final feliz, Esteban regresó a casa, sano y salvo, luego del “impuesto” pagado a los subversivos. Nunca se supo el monto del rescate y los detalles del plagio.
Después de este desagradable episodio que puso en vilo la vida y la tranquilidad de los Paz, don Rodrigo volvió a sonreír y seguir con humor construyendo su leyenda.