El Arco de Santo Domingo, en el Centro Histórico, huele a orina. Las marcas de humedad en la fachada son evidentes. El punto está mapeado como uno de los 50 lugares a limpiar frecuentemente porque la gente se orina.
Son las 10:00 del miércoles 16 de marzo de 2022. La gente camina apurada por la Plaza de Santo Domingo. Hay quienes prefieren cruzar la calle para evitar el olor. Ese lugar, la semana pasada, estuvo en el ojo de toda la ciudad tras la marcha por el Día Internacional de la Mujer.
Después de esa acción política, el Municipio expuso en redes sociales una especie de factura por los daños debido a la pintura en fachadas. Lo hizo con tal detalle que incluyó el tipo de daño, el material y lo que costaría arreglar el lugar: USD 10 552 por la intervención.
Eso generó varias reacciones. Los mismos colectivos feministas cuestionaron la publicación. Como referencia, expusieron lo que representa al Estado la violencia de género, por ejemplo. Sobre eso, el Municipio no respondió nada.
Puntos húmedos en la zona
Sin embargo, hay otros problemas que son recurrentes y sobre los cuales no hay facturas difundidas. En el Centro, los puntos húmedos (zonas en donde la gente se orina), el esmog y hollín en los inmuebles patrimoniales y la basura son fenómenos sobre los que es necesario iniciar un debate.
La limpieza constante de los 50 puntos húmedos le cuesta al Cabildo USD 13 000 mensuales por vehículo. Para esa intervención se requieren automotores especializados que cuentan con agua a temperatura y presión moderadas. Se lo hace de lunes a sábado.
En la Imbabura y Rocafuerte, Nelly Alarcón tiene su tienda de abastos. A las 09:20 del miércoles pasado, con una escoba, agua y detergente, limpió el ingreso al local y la acera. Dice que todas las mañanas debe hacerlo porque la gente se orina en su puerta metálica y no es posible lograr que entren en razón. “Con asco y todo, a una misma le toca asear”, dice con enojo.
Emaseo atribuye el fenómeno a la cantidad de habitantes de la calle que se concentran en el Centro Histórico y a la cultura de la ciudadanía. Sus datos muestran que el problema ocurre más en la noche y en la madrugada.
El smog daña las paredes
Otro punto cercano. A las 09:45, por la Rocafuerte circulan, uno tras otro, vehículos y buses. A su paso emiten esmog, cuya huella con el transcurso del tiempo queda impregnada en las paredes.
Rosa Lincango, en el interior de su tienda, dice que debe limpiar a cada rato las vitrinas por la contaminación. “Es un problema para los clientes y para mí. Solo porque no tengo otro lugar me aguanto”.
El Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) es el encargado del mantenimiento y protección de los inmuebles patrimoniales. En una respuesta enviada a EL COMERCIO, señala que el problema ocurre en “las calles con mayor tráfico vehicular (ejes longitudinales y transversales) y de uso del transporte público”. A diferencia del detalle y el costo de reparación de los daños tras la marcha del 8 de marzo pasado, el IMP no tiene la cifra que le representará al Cabildo limpiar lo que deja el esmog.
Según la entidad, “son valores que no se consideran puntualmente dentro del presupuesto de mantenimiento de imagen urbana de la ciudad, sino a nivel global cada año”. Sin embargo, contemplan un mantenimiento integral de núcleos históricos con limpieza general y especializada”.
En el bulevar de la 24 de Mayo, un trabajador de Emaseo recoge desechos en la acera. Con escoba y pala recorre de oriente a occidente ese sector. Hay envolturas de frituras, fundas plásticas y cáscaras.
Según los datos de Emaseo, diariamente se recogen 20 toneladas de basura de esa forma. Eso, para el Municipio representa un gasto mensual de USD 115 000 por actividades adicionales de barrido y atención de puntos críticos. Se gasta también USD 1,5 millones al año en limpiar puntos húmedos.