Si al escuchar el sonido del motor de un Camaro del 68, de un Challenger del 70, o de una Ford F100 del 74, se le eriza la piel, usted es parte de este club.
Son un grupo de amigos que tiene la afición por los autos antiguos de 8 cilindros, pero únicamente americanos. Se reúnen los jueves a partir de las 20:00, cada dos o tres semanas, en el estacionamiento del CCI.
Llegan con sus vehículos, abren los capós, y pueden pasar horas admirando el rugir de las máquinas y hablando en un lenguaje que a una persona común y corriente le resulta inentendible. Turbocargadores, rines, múltiples de admisión, carburadores, suspensiones de aire, pistones y depuradores, forman parte de ese diálogo del que nunca se cansan.
Rafael Báez es el fundador de V8 Garaje. Tiene unos 35 miembros y el 17 de febrero cumple tres años. No vaya a pensar que son autos viejos, todo lo contrario. Son flamantes pero antiguos, y mirar los detalles de su chasís y del motor es un verdadero espectáculo.
Un carro se empieza a considerar clásico cuando tiene al menos 35 años y ha sobrevivido al tiempo en buenas condiciones y con un 90% de originalidad. El más antiguo de este grupo es uno de 1964.
Aunque la mayoría de personas que se reúnen son hombres, también suelen acompañarlos sus novias o esposas. No hay límite de edad, hay jóvenes y también mayores de 65.
Comparten anécdotas, huecas para repuestos, consejos, pero nunca licor. Son -como dice Rafael- un grupo sano. Su afición empezó cuando era niño. Su primer carro fue un Montecarlo que perteneció a su padre y estuvo en la familia por años. Hoy tiene varios vehículos y a todos los cuida con ahínco.
Esta afición requiere de inversión. Por ejemplo, pintarlo puede costar entre USD 2 500 y 5 000; un juego de llantas, entre USD 700 y 900, más todos los ‘ananayes’ que el dueño desee colocarle.
Ponerles precio es complicado por su valor sentimental. Dependiendo del modelo y del estado del auto, se los encuentran en el mercado hasta de USD 50 000 o más.
¿Qué es lo que más cuesta en uno de estos clásicos? “Ponerle gasolina”, dice en broma pero en serio Rafael, y no exagera. Un motor, puede rendir entre 10 y 15 km por galón, mientras que un Aveo, por ejemplo, 65 km por galón, sin problema.
Además de reunirse para despejar la mente, organizan exhibiciones en plazas, hacen rodadas, almuerzan…
Rafael calcula que en la capital hay unos cuatro grupos de este tipo de aficionados, y que, en total, no circulan más de unos 70 autos de esta clase (americanos) por las vías.
Roberto Silva es el dueño de un Camaro del 84, uno de los pocos que hay en el país. Es aficionado desde niño, y su primer auto fue Mustang del 79.
César Suárez está orgulloso de su Chevelle Malibu del 74. Tiene 26 años y recuerda que desde que cumplió cinco empezó a sentir pasión por los clásicos. Heredó el hobbie de su padre. Como es ingeniero mecánico automotor, él mismo se encarga del mantenimiento de los autos que ha tenido y de su reconstrucción.
Su primera adquisición fue a sus 17: era un Cóndor y lo restauró desde cero. Ahora tiene un valor de más de USD 15 000.