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Las agresiones, el pan de cada día de los uniformados

“Las reacciones (en los operativos) son más violentas. La gente se olvida que nosotros tenemos familia”. Mirian Jácome, Subteniente. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

“Las reacciones (en los operativos) son más violentas. La gente se olvida que nosotros tenemos familia”. Mirian Jácome, Subteniente. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

“Las reacciones (en los operativos) son más violentas. La gente se olvida que nosotros tenemos familia”. Mirian Jácome, Subteniente. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

“Hacemos nuestro trabajo”. En el cumplimiento de las jornadas laborales durante la pandemia en Quito, policías, agentes de tránsito, de control y comisarios reciben golpes, agresiones con armas, insultos. Incluso hay quienes han recibido amenazas de muerte.

El agente metropolitano de Control Abrahan Andrade -de 23 años y nacido en El Triunfo- y sus compañeros han enfrentado de cerca ataques con arma blanca. Hace apenas unos días, hacía rondas en los alrededores del Mercado San Roque, en el centro. Junto con su equipo le pidió a un hombre que usara mascarilla.

El individuo, en estado etílico, sacó un cuchillo y los amenazó. Andrade lo tomó por la espalda y los colegas le retiraron el arma. No es la primera vez para el joven, quien estudia Turismo. Lo propio pasó hace un mes y medio, fuera del Mercado Central. “Siempre nos dicen que nos van a matar”.

El agente, quinto de siete hermanos, se unió a las filas de Control en el 2018. Al inicio fue por un empleo para ayudar a su familia. Ya dentro, tras una capacitación de seis meses, está convencido de que el compromiso y la entrega son vitales en las jornadas de 12 horas diarias.

En la emergencia, la Gestión de Operaciones del Cuerpo de Agentes de Control ha registrado siete agresiones físicas, con objetos contundentes, golpes de puño, amenazas con arma blanca y verbales. 782 agentes están operativos.

“Sería bueno que pudiéramos contar con algún elemento no letal para poder defendernos...”. Jorge B., Fiscalizador de Tránsito. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

Jorge B., fiscalizador de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT), concuerda con Andrade en que los ataques son constantes, y prefiere que no se haga público su apellido. Él tiene 30 años, apenas a mediados de junio se reincorporó luego de batallar contra el covid-19. A su regreso recibió un golpe en el ojo izquierdo, en el mismo lado donde sufrió una lesión por un accidente en la vía y por la que estaba en rehabilitación, pues no puede levantar la ceja.

El fiscalizador, padre de dos niños, lleva cinco años en la institución. El ataque, recuerda, paradójicamente, llegó de un miembro de otra rama de las fuerzas del orden, que no usaba uniforme. Se alteró al indicarle que no cumplía con los requisitos para circular: número de placa, salvoconducto, licencia caducada desde el 2018, etc. Le informó que el vehículo sería retenido. El hombre insultó al agente, bajó del auto, iba con dos personas.
Jorge B. inclinó la cabeza para hacer el reporte y sintió el puñetazo. Confiesa que tenía ganas de devolver el golpe. Sus jefes inmediatos acudieron al sitio para respaldarle.

Un gendarme que pasaba por el sitio se detuvo. Logró que el agresor pagara los gastos médicos, pero quedó en libertad, no así el vehículo. Según el Código Orgánico Integral Penal (COIP), quienes ataquen o se resistan con violencia o amenazas a, entre otros, agentes de la fuerza pública en la ejecución de las normas, serán sancionados con una pena de seis meses a dos años. Si portan armas, pueden perder la libertad de tres a cinco años.

La AMT detalla que en la pandemia se han dado ocho casos de agresiones a funcionarios de la entidad. Las más recurrentes son golpes de puño y empujones. Las verbales abundan. De todas formas, el Fiscalizador añade que los ataques físicos se dan en, al menos, dos de cada 10 procedimientos. Muchas veces, los efectivos optan por no reportar y seguir la jornada.

“Muchas veces no somos bien vistos por las personas durante nuestras jornadas, pero damos todo cada día”. Abrahan Andrade, Agente metropolitano de Control. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.


Por otro lado, la Agencia Metropolitana de Control (AMC) señala que de los 250 trabajadores que participan en operativos, el 75% ha sido agredido de forma verbal, psicológica o física. El 45% del personal es femenino.Las mujeres no están libres de ataques. La subteniente Mirian Jácome, de 30 años y líder del circuito Colinas del Norte, lo ha vivido de cerca. La Policía detalla que desde el 16 de marzo, en la capital, se han dado 19 casos de agresiones físicas a servidores; otros 18, de ataque o resistencia; seis, de daños a vehículos.

Jácome estuvo en un enfrentamiento entre policías y moradores, el pasado 26 de julio. Unas 100 personas estaban en una cancha deportiva, sin respetar el distanciamiento y algunos sin mascarillas. Los efectivos les pidieron que se retiraran. Se rehusaron y comenzaron a insultar, lanzar piedras y palos.Mientras esquivaba los objetos y trataba de calmar a la gente, recibió un golpe en el brazo izquierdo. No sabe si el actual moretón fue por una piedra o un palo.

En el caso de la Intendencia de Policía de Pichincha, suman 30 funcionarios, son 14 comisarios nacionales y todos han recibido agresiones verbales. Superan los 4 143 operativos. Los efectivos concuerdan en que hay quienes no entienden que ellos son seres humanos, que tienen familias y que deben hacer cumplir las normas.

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