Varias personas con síntomas de covid-19 esperan en la puerta de emergencia del Hospital General Enrique Garcés. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
“He estado muy asustado. Todos estos días he llorado y he rezado”, admitió Cristian Cevallos, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Cuidados Intensivos. Este viernes 7 de agosto del 2020, el intensivista, de 41 años, cumplió su tercer día en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), del Hospital Enrique Garcés de Quito.
En una breve entrevista con EL COMERCIO, el médico contó cómo pasó a ser uno de los afectados. Desde marzo ha tratado a los contagiados de covid-19 en la UCI del Hospital Carlos Andrade Marín, del Seguro Social.
“Gracias a Dios no estoy intubado, me colocaron una cánula nasal de alto flujo y me siento mejor”, relató. Se trata de un soporte respiratorio no invasivo, que sirve para administrar oxígeno. La intubación traqueal implicaría la colocación de un tubo plástico maleable, pero resistente, de 28 centímetros de largo y un diámetro de 6,5 a 9 milímetros.
El martes 28 de julio, el médico sintió una carraspera, pero fue a trabajar. Suele quedarse siete horas en la UCI, pero se ahogaba, salió luego de cinco horas. Le faltaba la respiración. Al siguiente día tuvo fiebre alta, de 38,5 a 38,9 grados centígrados. Perdió el olfato y el gusto. La saturación de oxígeno en la sangre era baja, por lo que se administró una cantidad. Una ambulancia del Andrade Marín fue hasta su casa porque se sentía muy mal y le hicieron una tomografía. “El resultado fue catastrófico, estaba muy mal. También me hicieron una prueba PCR (con hisopado nasofaríngeo); el lunes me entregaron el resultado positivo”, recordó.
Cristian Cevallos, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Cuidados Intensivos. Foto: Cortesía
Según Cevallos, en el HCAM le iban a abrir un espacio, pero él le tiene mucha confianza a Gustavo Paredes, jefe de UCI del Enrique Garcés. “Lo considero casi un padre, por lo que pedí que me reciban en ese hospital. No me equivoqué, me han cuidado. Uno trata a tantos pacientes graves y no se imagina que podría estar en la misma situación. Me asusté mucho, pero me siento mejor. Esta enfermedad no perdona, no hay edad, género, todos podemos agravarnos”.
¿Cómo se contagió? “Los médicos somos cuidadosos, nos protegemos, pero llevamos cinco meses de exposición al virus. Pasamos horas en UCI. Y además somos parte de la comunidad. En mi caso aclaro, me contagié seguramente en mi casa. Mi suegro resultó infectado y también mi esposa y mi cuñado. Supongo que mis hijas pequeñas también lo estarán. Pero yo me puse mal. He visto morir a tantas personas que no lo niego, he sentido temor”, relató.
A Cevallos le preocupa que las cifras de contagios suban en la capital porque, opina, no se hacen suficientes pruebas para identificar a los pacientes asintomáticos. Y debido a ello, la población contaminada no se está aislando en casa.
“Algo que me apena mucho es mi colega intensivista del Andrade Marín, Ricardo Arteaga, también esté en terapia intensiva. Se encuentra grave. También su madre”. Arteaga tiene 58 años y su madre, 78, además es hipertensa. Desde hace un año, contó en una entrevista por el Día del Padre, realizada en junio, está a cargo de su hija Renata.
“Me parece irresponsable la declaración de Juan Sebastián Roldán (secretario General de Gabinete). No quiero meterme en política. Pero no puede decir que la gente comenzó a contagiarse más porque es un proceso natural y que la carga viral es distinta. Repito, no se están haciendo suficientes pruebas para detectar el virus, no se aísla a la gente y tampoco se le ayuda para mantenerse en casa, son familias con mucha necesidad económica. Los médicos nos cuidamos, pero no todos se lavan las manos, no se ponen las mascarillas, no guardan la distancia social. Uno nunca piensa que puede pasarle esto, pero hasta nosotros nos contagiamos”.