Actividad nocturna en Quito es mínima tras el estado de excepción

En el parque Navarro, en el barrio La Floresta, atienden 8 de los 15 negocios que existen,para evitar aglomeraciones. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

En el parque Navarro, en el barrio La Floresta, atienden 8 de los 15 negocios que existen,para evitar aglomeraciones. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

En el parque Navarro, en el barrio La Floresta, atienden 8 de los 15 negocios que existen,para evitar aglomeraciones. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

En las cuatro esquinas de la plaza Foch, en La Mariscal (norte), hay más voceadores que gente interesada en ingresar a un restaurante. Son las 19:30 del jueves 17 y ese sector, corazón de la vida nocturna de Quito, se muestra apagado.

La escena se repite en los alrededores de los centros comerciales. En la av. Amazonas, entre Naciones Unidas y Eloy Alfaro, es mínima la presencia de personas y vehículos.

Cinco días han transcurrido desde que en el país ya no rige el estado de excepción y las autoridades municipales no pueden restringir las reuniones ni la movilidad. Durante seis meses, estos derechos fueron suspendidos para evitar aglomeraciones y contener los contagios de covid-19.

De acuerdo con el Ministerio de Gobierno, 32 977 personas fueron sancionadas en Quito por infringir el toque de queda por primera vez; 3 497 recibieron multa por reincidentes y 159 por tercera vez.

Ante el retorno a la nueva normalidad, el Municipio emitió la resolución 060 para restringir determinadas actividades. César Díaz, secretario de Seguridad, dice que están suspendidas las Licencias Únicas de Actividades Económicas (LUAE) de bares, discotecas y centros de tolerancia y entretenimiento nocturno.

Advierte que en caso de que se detecte que un negocio funcione de manera clandestina, la sanción puede llegar hasta 15 salarios mínimos vitales.

El jueves 17, los negocios de La Mariscal se dedicaron a la venta de comida. Uno de los seis locales abiertos en la plaza Foch vendía picadas y cerveza artesanal. Mario Bustamante, cliente, señaló que es la primera vez que visita el lugar desde marzo pasado.

“Regresé al trabajo esta semana. Hoy decidimos comer algo antes de ir a la casa”, cuenta. En el interior, cuatro mesas estaban ocupadas. Según una de las trabajadoras del lugar, es un buen día desde que reabrieron la semana pasada.

En el parque Navarro, ubicado en La Floresta, los dueños de los puestos de comida tradicional intentan sobrevivir.

Raúl Panchi, presidente de la Asociación César Tamayo, que representa a 15 negocios, señala que en un día normal antes de la pandemia él vendía hasta 200 empanadas. Hoy logra vender 40 en el mejor día.

Allí, los comerciantes se turnan los días para salir y así evitar aglomeraciones.
En el Centro Histórico la actividad nocturna es casi nula.

El miércoles, a las 20:50, en calles como la Guayaquil no se observó ni un solo transeúnte ni locales abiertos. En La Ronda, una calle de encuentro para la gastronomía o un canelazo, abrieron solo cuatro negocios.

Más al sur, en la tradicional zona de La Michelena, el escenario a las 21:15 es similar. A lo largo de la calle, entre la ­Mariscal Sucre y Teniente Hugo Ortiz, los restaurantes lucían cerrados.

A lo largo de las avenidas Rodrigo de Chávez y Mariscal Sucre la movilidad de personas y de vehículos fue mínima.

En el estado de excepción, el ECU-911, la Policía y el Municipio concentraron su atención en el control del toque de queda, las fiestas clandestinas, aglomeraciones y libadores.

Hoy, según Díaz, ya no es posible restringir las reuniones privadas entre familiares o amigos. “La gente debe tomar conciencia, es preferible no realizar este tipo de encuentros para evitar contagios”.

Daniela Valarezo, intendenta de Pichincha, indica que parte de la labor de la entidad será apoyar en los controles municipales, con base en las restricciones definidas.

La institución continuará con la inspección de locales y la suspensión de eventos no autorizados. Por ejemplo, los bares, karaokes o centros de tolerancia no pueden abrir. En caso de hacerlo, dice Valarezo, se los clausura.
Entre el 18 de marzo y el 16 de septiembre, la Intendencia realizó 5 736 operativos. Se suspendieron 526 eventos, en su mayoría fiestas clandestinas, y clausuraron 176 locales.

Entre el 17 de julio y el jueves 17 de septiembre, el ECU-911 recibió 12 450 alertas por libadores en el Distrito. En ese caso, la Agencia Metropolitana de Control (AMC) emitió 608 actos de inicio (procesos de sanción).

Díaz asegura que ahora la estrategia será mantener el contacto mediante los chats comunitarios que existen en las ocho parroquias con más contagios. A través de ese sistema se recibirán alertas sobre reu­niones donde no se respete el distanciamiento.

Sin embargo, lo único que puede hacer el Cabildo, aclara el funcionario, es un exhorto a los asistentes. La AMC señala que continuará con los controles para sancionar a las personas que ingieran alcohol en el espacio público.

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