Más creatividad de la que por estos días han mostrado, debieran hallar los publicistas del Gobierno para explicar el tema del IESS y la polémica reforma, incluida en un proyecto de Ley laboral, sobre el aporte estatal a las pensiones jubilares que se aprobó esta semana en la comisión respectiva de la Asamblea Nacional.
Los mensajes horrendos que se transmiten por medios audiovisuales en piezas de publicidad oficial sobre otros asuntos de interés público muestran un marcado afán de sustituir por propaganda lo que debía asumirse como un debate más profundo. Basta con detenerse a escuchar cómo se promueve el uso de las cocinas de inducción, incluyendo noticias de crónica roja, con una clara intención de alarmar a la población sobre los peligros de la utilización del gas de uso doméstico en los hogares ecuatorianos.
Algo parecido sucede con un espacio que pretende explicar de forma didáctica los beneficios de la aplicación de las salvaguardias arancelarias para la industria y la economía ecuatorianas. La argumentación incluye una poco afortunada comparación del país dolarizado con una casa sin techo, expuesto, se entiende, a las amenazas de factores externos de los que, se presume, están libres naciones con moneda propia.
Poco bien la harían al debate sobre el futuro del sistema de seguridad social enfoques propagandísticos que, como ha sucedido en la Asamblea, dejan de lado estudios técnicos que permitan garantizar las decisiones correctas. No es difícil entender que los conflictos por deudas y aportes estatales al IESS tienen que ver mucho con urgencias fiscales coyunturales.
Pero no se ha comunicado con claridad cuáles son las reformas de fondo que requiere el modelo para hacerlo viable en el largo plazo. Es una responsabilidad compartida entre el Gobierno, los representantes de los afiliados y empleados, jubilados y los responsables de tomar las decisiones políticas. Con más información y menos propaganda.