Los habitantes de Portoviejo logran obtener permisos para ingresar a la zona prohibida afectada por el terremoto. Los afectados tratan de rescatar sus pertenencias y mercadería, en medio de las casas resquebrajadas. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO
Sonia García y Ángel Zambrano llegaron en una camioneta doble cabina a la Zona Cero de Portoviejo, un sitio que antes era el pulmón comercial de la capital manabita y que ahora está cercado por rejas con viviendas y edificios destruidos y custodiado por militares.
Arribaron a las 16:30 del 15 de mayo, media hora antes del cierre de la Zona Cero. A partir de las 17:00 ya estaba prohibido el ingreso para que las personas -quienes antes vivían y tenían sus negocios en el lugar- pudieran ingresar a sacar sus mercancías o sus pertenencias de las viviendas del lugar.
A las 17:00, se cumplía el plazo para que las personas sacaran sus cosas. Mientras que desde este 16 de mayo empiezan las tareas de demolición total de las casas identificadas en mal estado.
En la Zona Cero, una edificación a punto de ser derrocada tiene un sello rojo. Las edificaciones con sellos amarillos están en observación. Mientras que las viviendas con sellos verdes necesitan ser revisadas.
La Zona Cero de Portoviejo, en el centro de la ciudad costera y que va de la calle Quito -desde la prolongación de la avenida 5 de Junio– y culmina en el cerco de la Francisco P. de Moreira- es la más afectada en la capital manabita por el terremoto del 16 de abril pasado.
En la Zona Cero, específicamente en la calle Pedro Gual antes habían bodegas para que los comerciantes guardaran sus artículos de comercio.
Ahí, García y Zambrano lucían apurados por colocar las cosas en la camioneta doble cabina para trasladarlas a viviendas de amigos y familiares por donde residen estos días. Esto porque sus antiguos hogares se destruyeron.
García, portovejense de 42 años, sacaba zapatos, cajas… para ponerlos en la cabina. La mujer se detuvo un momento para analizar todo lo que debía sacar y al ver los destrozos de lo que antes era una bodega repleta de productos no pudo evitar las lágrimas. “Da pena ver todo esto así”, dijo y se cubrió el rostro.
Con el balde de la camioneta repleto de cosas, la mujer y el hombre -que estaban acompañados por dos personas- subieron al vehículo y se marcharon.
En otra esquina de la desolada Zona Cero también estaba Manuel Guale, de 72 años. El comerciante portovejense estaba afuera de Casa Natura, que antes era un local de productos naturales. Él arrendaba el local de la vivienda.
También tenía una edificación de tres pisos y otra de cinco en la zona. Ambas sufrieron pocos daños en sus infraestructuras, pero ante la imposibilidad de seguir en el sitio, se lamentó. “¡Quién iba a creer que esto se iba a derrumbar. Nos toca proseguir un nuevo camino”, dijo el hombre a quien le acompañaba su hija Maribel Guale. Él confía en la recuperación de Portoviejo y el resto de lugares de Manabí afectados por el movimiento telúrico.
De acuerdo, a los cálculos de las autoridades como Paola Pabón, la reconstrucción de las zonas afectadas tardaría al menos 1 año.
En la reconstrucción de Manabí, precisamente, confía Manuel Guale. “Saldremos adelante, aunque necesitemos mucho tiempo”, dijo apostado en una de las veredas.