Fue un domingo, cuando el entonces presidente Jamil Mahuad firmó el decreto para la dolarización de la economía ecuatoriana. Aquel 9 de enero del 2000 se impuso el cambio del sucre por el dólar para evitar que la moneda ecuatoriana se devaluara más frente a la estadounidense, decisión que lo apartaría del poder 12 días después.
La medida se adoptó ante la aguda crisis que atravesaba el país con una caída de la economía del siete por ciento, el precio del barril de petróleo a 7 dólares y una inflación de 60,7 por ciento, que produjo el cierre de una treintena de instituciones bancarias entre 1998 y 1999.
La justificación de Mahuad fue que el incremento del dólar habría provocado un efecto inflacionario devastador para la economía, además del aumento de la tasa de interés y elevados precios de bienes, productos y servicios.
A partir de ese 9 de enero de 2000, los ecuatorianos tuvieron ocho meses para deshacerse de la moneda que manejaron por más de un siglo y que fue cariñosamente apodada como ayora, luca (moneda de 1 000 sucres), gamba (100 sucres) y quina (5 sucres)
Ese día Ecuador dejaba atrás una moneda que rigió en el país por 116 años y se convertía en el primer país de Sudamérica en adoptar el dólar.
El nuevo sistema monetario se implementó a un tipo de cambio de 25 000 sucres por cada dólar, lo que favoreció a los grandes morosos, pues sus deudas bajaron considerablemente, mientras que la pensión para los jubilados y los sueldos se reducían de manera drástica.
El dólar empezó a circular desde el 1 de abril y la vida del sucre se extinguió oficialmente el 9 de septiembre de 2000. Hasta ese día se realizaron las transacciones con la moneda ecuatoriana. A partir del día siguiente el dólar lo suplantaría hasta la actualidad como la moneda metálica fraccionaria del Ecuador.
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