Fernando Bustamante en las afueras de la sede de Alianza País. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
¿Cómo mira nuestra democracia para que una objeción se convierta en un tema de gran debate?
Esto va más allá de la coyuntura. En el país hasta es de mal gusto decir que la política tiene una dimensión ética. Y cada vez que actuamos estamos ante encrucijadas éticas. Parece hasta exótico que alguien invoque una figura como la objeción de conciencia. No tengo la respuesta para eso. Es necesario debatir el porqué un voto entre 109 haya provocado semejante revuelo…
Lo acusaron de traidor…
Casi como haber abandonado a la familia. Me da mucha pena, pero debo entender que así son las cosas y no puedo rebelarme contra aquello. Es la realidad.
¿Nos estamos acostumbrando a la resignación?
No es resignación, sino realismo, asumir la realidad como es, no porque esté bien. En el mundo perfecto que yo quisiera, podríamos tener momentos de ruptura y no entenderlo como traición sino como caminos que circunstancialmente se separan.
¿Por qué no lo aceptan?
Se había puesto un enorme peso político en las enmiendas más allá de su contenido sustantivo y del acto simbólico de aprobarlas.
Quizá muchos piensan como usted, pero fueron disciplinados…
Uno de los grandes males de la partidocracia era precisamente la indisciplina, el personalismo, el camisetazo. Por eso surge -y la asumo- la necesidad de establecer partidos fuertes que no solo tengan ideología, programa, responsabilidad ante los votantes… En todas las mediciones que se hacen de calidad de democracia la disciplina partidaria es uno de sus parámetros.
¿Y el contenido ético?
Hay muchas formas de disciplina. Eso es lo que no hemos meditado suficientemente bien. Internamente se puede plantear lo que se quiera, y una vez llegados a una conclusión, los disidentes apoyan. Y si alguien tiene problemas de conciencia, principaliza al suplente. La esencia de la disciplina está en el consentimiento libre e informado. Hay un principio democrático: me pueden exigir el cumplimento de una norma, como los impuestos, siempre y cuando haya participado en su formación.
El oficialismo destacó los diálogos como referente para la aprobación de las enmiendas…
Uno puede asumir que existe cierta opinión pública y que el representante electo tiene también un deber frente a quien lo eligió. Incluso más allá del partido, que es un instrumento de representación, pero no es el representado. AP surgió como una necesidad de la mayoría para que el país cambiara. Eventualmente puede producirse una discrepancia y nos podemos dar cuenta de que era el sentimiento mayoritario.
La disyuntiva es democracia representativa o democracia participativa
Hay que tomar en cuenta la naturaleza del mandato. Para presentarnos como candidatos debíamos tener un plan de acción legislativa. Pero hay otro que no está en el plan: el compromiso moral que hemos sostenido desde antes.
¿Qué temas de las enmiendas cuestiona?
La colaboración militar en seguridad interna. Nunca estuve a favor de que fuera una misión fundamental como para constitucionalizarse. Siempre estuve a favor de que se pudiera recurrir a las FF.AA. excepcionalmente en casos de emergencia o especiales y no me parece sano que haya que declarar el estado de excepción para hacerlo porque las garantías constitucionales se restringen. Además, siento que crea un sensación de resquemor: si son complementarios quiere decir cuando las FF.AA. intervengan en la seguridad ¿tienen que estar subordinadas a otra fuerza? No sé si eso es algo sano entre distintas fuerzas. Me concentré en este tema porque fue lo que dije ante la bancada.
El Presidente sostuvo que usted no dijo nada…
Sí lo hice, lo que pasa es que fue interno y por cuestiones de disciplina partidaria no se podía sacar a la luz.
¿Alguna otra enmienda que le haya incomodado?
La reelección y la de comunicación. El concepto de servicio público es regresivo en derechos y no estoy de acuerdo. Por eso me ausenté cuando se votó esa ley.
¿No es un poco triste tener que principalizar al suplente cuando se está en desacuerdo?
Es un poco triste, sí. Es lo que la norma partidaria decía. Pero en una ley cualquier cosa pasa, pero en una enmienda constitucional me habría sentido como cierto funcionario de triste recordación del imperio romano que pasó a la historia por lavarse las manos. Yo no me ensucio; ahí está el voto.
¿Cuál es su futuro?
Guardaré el mayor respeto por lo que decidan porque de eso se trata la objeción de conciencia: uno hace lo que le da la gana y no lo asume.
Su trayectoria
Fernando Bustamante
Es magíster en Administración Pública por la Universidad de Harvard. Fue ministro de Gobierno (2008-2009). Este es su segundo período como asambleísta.