¿Es el mejor momento para concretar la anunciada consulta popular?
No. Es un Gobierno que en este momento se encuentra bastante debilitado en cuanto a su imagen y a su credibilidad. No ha mostrado avances en el diálogo y no está midiendo cuánto eso puede afectar a su credibilidad. A mi modo de ver, no existen las condiciones al nivel político. Sería más una salida bastante arriesgada de querer utilizar eso como un trampolín para construir un capital político. Incluso creo que puede ser algo contraproducente, porque se puede convertir en una especie de consulta a favor o en contra del Gobierno.
Las encuestas no lo benefician. ¿Cómo pesa esto en un proceso así?
Si hacemos un análisis comparado de las últimas consultas, incluso la de Moreno en 2018, siempre los gobernantes que la han lanzado gozaron de un capital político importante en ese momento. De hecho, el Gobierno pasado logró alianzas y una cohesión con ciertos sectores políticos y sociales. En este momento vemos que el Ejecutivo se ha aislado de sus aliados tradicionales. También ha cerrado puentes hacia otros sectores. Entonces, no se ve con las mismas condiciones que anteriores gobiernos para impulsar esta iniciativa.
El Ejecutivo dice que hay problemas de inseguridad e institucionales. ¿La consulta resuelve la crisis?
No. El plantear preguntas sobre seguridad no resuelve la crisis social y de seguridad que vivimos. Se necesita que el Gobierno tenga las prioridades claras y que a ellas se asignen los recursos necesarios en, por ejemplo, salud o también en educación, para que se generen los programas que eviten que los niños y jóvenes se involucren en organizaciones criminales. No se va a resolver nada en una consulta.
Podría caer un populismo penal por parte del Presidente si se arriesga a esta iniciativa, porque estaría mostrando nuevamente que no tiene la capacidad de tomar decisiones.
Hay tres preguntas de seguridad. Una, por ejemplo, habla de la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles. ¿Cómo ayudaría esto a la situación actual?
Las experiencias en países como México han demostrado que la presencia de Fuerzas Armadas en las calles genera una distorsión en la formación y la capacitación básica que tienen. Estas están enfocadas en otros escenarios, como de guerra, y no están preparadas para temas de seguridad ciudadana. Ahí podría generarse problemas en cuanto a vulneraciones y violaciones a derechos humanos. Creo que lo que se necesita es fortalecer las capacidades de la Policía en el eje de prevención, pero también en las capacidades de investigación e inteligencia.
Esas acciones de militarización de las calles, conocidas como políticas de mano dura, han demostrado que no son efectivas en el tiempo y que sale mucho más costoso invertir en acciones de represión que en acciones de prevención.
¿Las limitaciones para enfrentar a la inseguridad están en la Constitución?
No. Yo no veo ninguna limitación para que puedan agilizar el trabajo. En un principio habían dicho que una de las limitaciones era que no tenían la Ley de Uso progresivo de la Fuerza; luego fue tratada en la Asamblea y aprobada con ciertas salvedades. Pero, al fin y al cabo, es un marco legal mucho más claro, para que puedan tener una actuación por parte de la Policía y Fuerzas Armadas.
Los esfuerzos deben centrarse en priorizar los recursos en las políticas que se van a realizar. También en articular los esfuerzos a nivel territorial y darle capacidades adecuadas a la Policía para que pueda realizar su trabajo, además de invertir en temas del eje social. Eso no se va a resolver de la noche a la mañana ni tampoco con ninguna modificación de ley.
¿Qué nos dice el que haya una consulta tras cuatro años después de la reinstitucionalización?
Lo que nos deja eso en el tiempo es que cada gobernante que llega al poder busca construirse un traje a la medida a nivel institucional. Se criticó en el pasado este tipo de acciones: el querer cambios en instituciones y estructuras del Estado aprovechando las crisis y momentos críticos. Ahora se busca hacer lo mismo.
Los ecuatorianos podrían expresarse en contra de eso, porque ya existieron reformas y se planteó que iba a ser un momento de quiebre para reinstitucionalizar al país. No se lo hizo de esa forma. Hubo más caos y hasta ahora se generan obstrucciones para que avance el trabajo de las instituciones para que esa labor pueda fortalecerse.
Carolina Andrade
Magíster en Ciencia Política, con mención en Asuntos Públicos, por la Universidad Panteón Sorbona de París.
Especialista en Servicios de Inteligencia por la UNED, España. Tiene formación en temas de seguridad, defensa e inteligencia. Ha sido profesora invitada y ponente en escuelas de inteligencia de A. Latina. Integrante de la Red de Politólogas #NoSinMujeres.