Raúl Baca Carbo fue de esos políticos que tenían una cualidad que no siempre es común en ellos: el respeto. La noticia de su fallecimiento ayer, a los 82 años de edad, golpeó a varios sectores políticos, sobre todo aquellos que supieron convivir con la discrepancia.
Socialdemócratas, roldosistas, socialcristianos conocieron el talante democrático de este hombre que fue uno de los puntales del retorno al Estado de derecho en 1978. O, como dijo Marco Proaño Maya, exlegislador del Partido Roldosista Ecuatoriano, “fue un hombre que entendió la transitoriedad del poder político”.
Nacido en Quito hace 82 años, el 29 de junio, su trayectoria política se inició en 1975. La Junta Militar lo nombró prefecto del Guayas. En 1977, fue Alcalde de Guayaquil. Con la llegada de la democracia fue candidato a vicepresidente de Rodrigo Borja en las elecciones de 1978, por la Izquierda Democrática (ID). Ambos quedaron en cuarto lugar con el 12% de los votos en unos comicios que ganó la alianza Concentración de Fuerzas Populares y la Democracia Popular, con Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado.
Pero su incidencia en la política nacional despuntó al año siguiente. Desde entonces, construyó una prolífica carrera parlamentaria. Tres veces fue electo legislador y en tres ocasiones presidió ese poder. Bajo sus dos primeros mandatos (1980-81 y 1981-82), tuvo que solucionar diferentes crisis políticas en una democracia que necesitaba fortalecerse.
En 1980, como Presidente de la entonces denominada Cámara Nacional de Representantes, su presencia fue indispensable para paliar lo que se conoció como “la pugna de poderes” entre el presidente Roldós y Asaad Bucaram, director supremo de Concentración de Fuerzas Populares.
Durante su tercer período presidencial, entre 1984 y 1985, del luego denominado Congreso Nacional, tuvo que imponer la banda presidencial al socialcristiano León Febres Cordero. Baca Carbo no tuvo que esperar mucho para poner a prueba su vocación democrática.
Dos meses después de la asunción de Febres Cordero, la mayoría de centro-izquierda, su tendencia, cesó a la Corte Suprema de Justicia y nombró a una nueva Corte. El Mandatario envió tanques militares a la sede judicial, desconociendo la decisión parlamentaria y para impedir que los nuevos jueces asumieran su cargo. Solo el diálogo entre los principales del Poder Ejecutivo y el Legislativo pudo encontrar una salida a la crisis con el nombramiento de jueces nuevos.
El expresidente Rodrigo Borja no puede sino guardar buenos recuerdos de él, no solo como su ministro de Bienestar Social (1988-1991), sino como un parlamentario con “un gran criterio en función de lo nacional, que supo manejar sabiamente estos conflictos”.
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Pero sin abandonar sus principios, dice Borja, porque siempre “defendió todas las iniciativas, los fueros y las facultades del Parlamento Nacional en todas las controversias que se tuvo con el Ejecutivo”.
También fue un político que “de tanto perder aprendió a triunfar”, sostiene Proaño Maya. Y la prueba de fuego para corroborarlo fueron las primarias que la ID realizó para definir su candidato a la presidencia, en 1988. En aquella contienda, fue derrotado por Borja. Pero a diferencia de muchos que lo apoyaban, él no salió del partido para apoyar a Abdalá Bucaram. En realidad, permaneció en la entonces lista 12; estuvo del lado de Borja y, al ganar en la segunda vuelta, fue nombrado ministro de Bienestar Social.
Llegaba con la experiencia administrativa que había aprendido en Guayas y Guayaquil en la década de los 70.
En ese cargo, creó la Red Comunitaria Infantil, que atendía diariamente a más de 150 000 niños de hasta 6 años, cuyas madres debían ir a trabajar.
“Fue una obra importantísima porque las madres solían dejar a sus hijos encerrados bajo llave y ocurrían accidentes que les provocaba hasta la muerte”, recuerda Borja.
Para lograr una elección presidencial y con la caída de popularidad del gobierno socialdemócrata, comenzó a tener un perfil bajo. Quedó cuarto en los comicios de 1992, con el 8,45% de los votos.
Su separación de la ID comenzó con la inestabilidad democrática que vivió el país desde mediados de los 90. En el 97, se desafilió de su partido de siempre para apoyar el interinato de Fabián Alarcón, luego del derrocamiento a Abdalá Bucaram. En el 2003, fue nombrado ministro de Gobierno de Lucio Gutiérrez, pero dejó su cargo en 2004, poco antes de la caída del gobierno de Sociedad Patriótica.
La salud de Baca Carbo se deterioró rápidamente en los últimos días. El informe médico quedó en la intimidad familiar. Pero deja un legado a la democracia ecuatoriana. “Sobre todo en estos tiempos, porque fue un hombre capaz de escuchar argumentos, respetar a los contrarios y que creía que la única definición de patria es esta urgencia de decir ‘nosotros'”, dice Proaño Maya, al citar al poeta Mario Benedetti.
Al cierre de esta edición, la Asamblea Nacional solo tenía previsto publicar un parte en dos diarios del país.