Pese a las estimaciones del Gobierno ecuatoriano, que preveían una caída de USD 570 millones en el envío de remesas por parte de los migrantes, debido a la pandemia, el 2020 se registró un récord.
En este período llegaron USD 3 337,79 millones, un 3% más que el 2019, superando, además, el récord del 2007, que fue de 3 335 millones. La razón principal para este comportamiento es que los emigrantes no dejan de ayudar a sus familias en Ecuador, que pasan por una crisis severa, dice el experto en tema migratorios, Rodrigo Mendieta.
“Cuando se han registrado crisis en el país, el volumen de remesas crece. Es una fuente de compensación en una recesión”, agrega Mendieta.
Del total de remesas ingresadas durante el año pasado, el 88,69% llegó desde Estados Unidos, Italia y España. Solo desde este último país hubo un leve descenso (ver gráfico).
En el estudio ‘Sobreviviendo entre crisis: la diáspora ecuatoriana al presente’ se determinó que la cantidad de ecuatorianos residentes en Estados Unidos aumentó. En el 2007 residían 523 000 compatriotas y en el 2019 fueron 738 000, sin considerar a los indocumentados.
España es el segundo destino de los emigrantes nacionales, pese a que la población ecuatoriana ha decrecido en más de una década. Según datos migratorios de ese país, hace 14 años residían 427 000 y en el 2019 bordearon los 132 000.
En cambio, en Italia han existido incrementos y descensos desde el 2007 cuando hubo 68 880 migrantes del Ecuador y hace tres años fueron 85 279.
Tres migrantes ecuatorianos cuentan sus experiencias.
‘No dejo de ayudar a mi madre porque no quiero que corra riesgos’
José Juan Paredes / Vive en Nueva York desde hace doce años
“Tenía dos trabajos y ahora solo conservo uno. En la mañana laboro -desde hace siete años- instalando sistemas de aire acondicionado en grandes edificios, hospitales y colegios. De 18:00 a 21:00 era profesor de música ecuatoriana en Fordham University. Al inicio intenté dar clases virtuales, pero no funcionó porque mis clases son prácticas. Desde hace un año dejé de tener ese sueldo, por lo que mis ingresos bajaron un 40%. El otro trabajo lo mantengo. Para no dejar de enviar los USD 500 al mes a mi madre reduje mis gastos. Vendí mi vehículo para no pagar la póliza del seguro, cuota mensual y combustible. Además, suspendí el servicio de Internet y televisión por cable en mi casa y paralicé mis proyectos musicales. La pandemia y las muertes nos ponen a pensar que lo único que tenemos es la familia
y no queremos que corran riesgos por situaciones económicas y puedan estar tranquilos en la casa”.
‘Hablé con mi familia para ajustar los gastos y seguir ayudándola’
Emilia Castillo / Reside 14 años en Bilbao, España
“Hace cinco meses murió el señor que yo cuidaba por un cáncer y me quedé sin trabajo. Tardé más de dos meses en encontrar otro. Antes de la pandemia era más fácil, pero ahora es complicado porque los hijos tienen miedo de que sus padres se contagien. Es preocupante porque de mi trabajo depende mi familia en El Oro. Todos los meses tengo que aportar para que subsistan. Durante dos meses les envié de mis ahorros, pero hay migrantes que no tienen. Antes
ganaba un sueldo líquido de 1 000 euros al mes y nos pedían que trabajemos los fines de semana y los días festivos. Con eso sacaba un doble sueldo. Ahora, nos bajaron el sueldo y no nos piden ayuda los fines de semana. Hablé
con mi familia para que entiendan la situación y reducir los gastos. Tengo una deuda con un banco en Ecuador. Con la vacunación la situación está mejorando acá”.
‘El Gobierno italiano ayudó, pero busqué trabajos ocasionales’
Ramiro Oñate / Desde hace 20 años vive en Milán, Italia
“La situación es dura. En la empresa no tuvimos contratos y dejamos de trabajar desde el 8 de marzo de 2020. Me encargo de las instalaciones eléctricas. Al dejar de laborar por la pandemia, el Gobierno italiano nos entrega una ayuda
mensual, que representa el 60% del sueldo que teníamos. Esa reducción de los ingresos me afectó porque tengo que pagar las cuotas de la casa que compré y mantener a mi esposa y mis dos hijos. Tuve que buscar algunos trabajos
ocasionales para generar algo más de dinero. Pese a ello, ayudé a mis padres que viven en Riobamba. Tienen más de 70 años. Somos cinco hermanos y cada uno aporta con USD 100. Había meses en los que no había cómo mandar, pero
después les compensaba mandando más. Desde hace tres meses volvimos a trabajar normalmente en la empresa y, prácticamente, lo hago casi todo el mes”.