Resguardar a Galápagos de los riesgos de especies introducidas, consumir local y seguridad alimentaria son las premisas de 1 117 productores de la región Insular de Ecuador. Sembrar agua y destinar la tierra para la plantación de flora nativa están entre las tareas.
Basta con viajar 30 minutos desde Puerto Ayora, en la isla Santa Cruz, hacia el sector El Camote, para ver de cerca esa labor, en la Granja Integral Ochoa. La multiplicidad de tonos verdes se abre paso en una suerte de pirámides, donde Lucia Valle y Romer Ochoa cultivan cinco variedades de lechugas hidropónicas.
El agua dulce es un tesoro en las islas. Con la guía de técnicos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la pareja desarrolló un sistema de siembra del líquido vital: parte de la lluvia se recolecta en techos y sirve para abastecer a las 7 000 plantas de lechuga, en 350 metros cuadrados.
Un ejemplar cultivado en tierra puede estar listo para el consumo en unos 80 días. En agua se logra en unas cuatro semanas.
El técnico del MAG, Hernán Simbaña, quien acompaña el proceso de esta y otras familias, da cuenta de que es una forma de ahorrar y potenciar el recurso. En las 7 000 lechugas hidropónicas se consumen de 300 a 400 litros diarios de agua. En tierra, esta cifra llega a triplicarse.
En la Granja Ochoa cuentan con un sistema para purificar el agua que sale de los cultivos y la reutilizan. Las semillas que germinan son consideradas genéticamente puras, certificadas por la Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad y Cuarentena para Galápagos.
Ayuda tecnificada en Galápagos
Desde febrero del 2022, el MAG ejecuta el proyecto de Innovación de Asistencia Técnica y Extensión Rural (Piater), destinado a fomentar una producción sustentable.
Cuentan con 27 técnicos: 16 en Santa Cruz; cinco en San Cristóbal; cinco en Isabela; uno en Floreana. Realizan capacitaciones y entrega de insumos agrícolas para mejorar la producción de café, hortalizas, banano, cítricos, maíz, pastos, cultivos bajo invernadero. Trabajan con 1 050 productores.
El rubro que mayormente se cultiva es el café arábigo, que alcanza 357 hectáreas, con una producción de 3 079 quintales anuales, de los cuales 1 907 se exportan. El comercio directo se da en ferias, el mercado turístico y restaurantes.
En la Granja Ochoa, la plantación de café cubre 5 000 metros. Tienen únicamente 10 centímetros de tierra fértil; el resto, bajo esta, es roca. Pero han logrado producir y tener un resultado de calidad, con denominación de origen.
En la época de cosecha se vuelve una fuente de empleo para, al menos, cinco personas, como Luis Gualán, José Gaona y Daniela Sanín. Ellos cosechan, lavan, seleccionan, secan los productos. Los tres llevan poco tiempo en la isla.
Lucía, en cambio, es oriunda del sitio, y Romer es un lojano que llegó en el 2006. No todos pueden quedarse. Deben seguir trámites que incluyen tener un contrato de trabajo o estar casados con alguien con residencia.
En el proceso del café, Romer detalla que intentan que la semilla se mantenga viva. El secado es a no más de 35°C. La meta va de la mano con la conservación. Y en cada propiedad deben destinar áreas para especies endémicas, como scalesia y margaritas de Darwin.
Los Ochoa lo hacen y ya las ven crecer. Algunas están muy cerca de las áreas de cultivo. El objetivo: ganar espacio a otras que han sido introducidas y causan complicaciones, como una variedad de mora no apta para el consumo.
La producción local, a la par, garantiza que la población pueda abastecerse sin depender del continente. En el confinamiento por la pandemia, los cultivos los salvaron, pues no llegaban alimentos.
Los procesos para la producción en Galápagos
De acuerdo con la Fundación Charles Darwin, la producción agrícola en Galápagos comenzó a principios del siglo XX y ahora se practica en las cuatro islas habitadas: Isabela, Santa Cruz, San Cristóbal y Floreana. La información sobre la biodiversidad de las áreas agropecuarias aún es limitada.
La mayor parte de la investigación, hasta ahora, se ha centrado en las áreas protegidas. Lo que sí es claro es que el ingreso de productos desde el continente representa un riesgo por la introducción de especies invasoras, como insectos.
En el 2018 y 2019, más de 40 productores, que suman 497,15 hectáreas, firmaron acuerdos con Conservación Internacional Ecuador y la Dirección Distrital del MAG.
Desde junio, expertos visitaron áreas agropecuarias. Llegaron a más de 28 fincas, en El Cascajo, El Camote, Bellavista, etc.
Para los Ochoa, los procesos permiten desarrollar su economía sin afectar el espacio, donde buscan impulsar turismo agroecológico y mostrar otras caras de Galápagos.
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