César Álvarez utiliza la aplicación móvil Delivereo, para trabajar como repartidor. Julio Estrella/ EL COMERCIO
Desde hace seis meses, Pedro comenzó a trabajar en la empresa Glovo, servicio encargado de comprar, recoger y entregar cualquier pedido mediante una aplicación electrónica. La logística está a cargo de “couriers independientes”, llamados ‘glovers’.
Según este repartidor, los ‘glovers’ ganan por comisión, según la distancia del servicio y el tiempo de espera para recoger el pedido.
El dinero que gana depende del tiempo que se dedique a esta actividad. Pedro labora de domingo a domingo, 13 horas diarias, y percibe USD 700 mensuales. Cuando inició en Glovo solía dedicar cuatro o cinco horas diarias a entregar pedidos, pero apenas ganaba USD 360 al mes.
Cada 15 días paga USD 10 a la empresa por el uso de la ‘app’, que le permite recibir las notificaciones de los pedidos. Este ‘glover’ indica que ninguno de los empleados tiene una relación laboral con la firma.
Daniel Arévalo, gerente mánager de Glovo, argumenta que Glovo está legalmente constituida en Ecuador y cuenta con empleados administrativos que trabajan de forma directa con la firma.
Pero el directivo aclara que no emplea a personas que usan la aplicación para generar ingresos extras, ya que es solo una aplicación que conecta a los usuarios con los repartidores independientes.
Arévalo recalca que esta empresa no emplea a repartidores independientes, pero cuenta con una póliza de accidentes y de responsabilidad civil.
Sobre la modalidad de este trabajo, Janine Berg, economista principal del departamento de condiciones de trabajo de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), identifica dos problemas. El primero es que estas ‘apps’ no son reguladas; es decir, considera al trabajador independiente y no entrega beneficios como salario mínimo, jornadas máximas, licencias.
El segundo es que, en muchos casos, el trabajador paga a la plataforma para poder trabajar. Berg explica que la OIT, desde sus inicios, ha regulado para que sea el empleador el que asuma ese valor y no el trabajador. “Sin embargo, estas plataformas han vuelto a un modelo no permitido que existió hace 100 años atrás”.
Luis, socio conductor de Uber, explica que cada día de trabajo esta firma le descuenta 32% de lo que gana con las carreras que realiza. La tarifa mínima que se cobra al usuario es de USD 1,69. De este valor, 1,15 es para el conductor, lo cual representa el 68% y los 54 centavos restantes son para Uber.
Chalco, quien era maestro mayor de una construcción, explica que por la falta de trabajo se vio obligado a incorporarse a Uber como conductor. Indica que por un día de trabajo, donde invierte más de seis horas al día, puede llegar a percibir USD 30. Al mes obtiene un ingreso de USD 900, pero incluidos sábados y domingos.
Uber argumentó, a través de un comunicado, que este modelo no genera relación laboral y que permite a los socios prestar servicios de forma independiente y decidir cómo administrar y controlar su actividad, su tiempo y sus ganancias. Uber señala que aunque no hay contrato de trabajo, sí se preocupa por la seguridad; por eso, todos los viajes a través de la aplicación tienen un seguro, que se activa de forma automática en el momento en que el socio acepta el viaje y finaliza cuando el ocupante desciende del vehículo.
En Europa se ha avanzado en la regularización de estos trabajadores. En diciembre del 2018, la aplicación móvil de transporte privado Uber perdió un recurso presentado en la justicia de Reino Unido en contra de una sentencia que le obliga a tratar a sus conductores como trabajadores. El fallo implica el acceso al salario mínimo y vacaciones pagadas.
En otros países, como Italia y Francia, se crearon marcos jurídicos intermedios. El Gobierno francés adaptó el 2016, la figura del autoempleo para favorecer la creación de empleo, a través de las plataformas de economía colaborativa.
El Gobierno italiano, mediante Decreto, reconoció la existencia de una relación de “no subordinación entre el profesional y la app”. Pero fijó obligaciones a la empresa, dentro de la independencia y flexibilidad que plantea el nuevo modelo. Entre ellas, ofrecer un seguro público por accidente o enfermedad laboral y un salario mínimo a cambio de que el repartidor acepte, como mínimo, un pedido por hora.
En Ecuador el tema empezó a discutirse. Andrés Madero, ministro de Trabajo, explicó que los negocios digitales, como Uber, Glovo y Cabify serán tratados en una gran temática que es el teletrabajo, el cual se incluirá en la reforma laboral que elabora el Ejecutivo.
Luego de que sea aprobada la reforma, dijo Madero, se trabajará en un acuerdo ministerial específico para estas ‘apps’.
Según puntualiza el Ministro, es necesario determinar si las personas están trabajando para la empresa o para el usuario del servicio.