El tránsito de mulas que transportan cocaína en sus estómagos aumenta entre Guayana Francesa y París, a pesar del peligro mortal que representa el arriesgado tráfico.
La semana pasada, las autoridades hicieron una prueba en el aeropuerto de Cayena: justo antes que embarcaran dos vuelos hacia París-Orly, anunciaron que todos los pasajeros serían revisados. En cada uno de esos dos vuelos, veinte no se presentaron.
El tráfico de cocaína por medio de mulas que transportan hasta un kilo de droga en el cuerpo, o de tres a cuatro en el fondo de sus maletas, representa menos de 10% de las nueve toneladas de cocaína decomisadas por la aduana francesa en 2017.
El fenómeno no es nuevo pero el número de detenciones se incrementó bastante en los últimos años, según el jefe de la brigada de estupefacientes de la policía judicial parisina, Christophe Descoms.
Pues aunque las cantidades son mínimas con relación a los envíos en contenedores, el tráfico es más fácil, dice. Cayena-Orly es un vuelo interior, y la Guayana francesa pone a Francia al lado de los países productores, que son Colombia, Perú y Bolivia.
“Los traficantes saturan los vuelos, envían muchas mulas, unas veinte por vuelo. Hay entre tres y cuatro que son detenidos y los otros pasan” , agrega. Descoms subraya los medios aún muy limitados de las autoridades para hacer frente al problema.
Sus investigadores, que se ocupan de las mulas detenidas en las estaciones parisinas luego de cruzar por los aeropuertos, abrieron 60 casos desde comienzos del año, o sea el equivalente a todo 2017.
El año pasado, las aduanas interceptaron a 261 mulas en Orly y 233 en el aeropuerto de Cayena.
Para los traficantes, el procedimiento es rentable: a las mulas se les paga aproximadamente USD 3 530 por viaje, el kilo de cocaína es comprado entre 3 530 y 4 707 y se revende a un mínimo de 41 193 en Francia.
Práctica riesgosa
“Los traficantes pueden tragar, a veces durante dos o tres días, hasta unos cien óvulos, del tamaño de una salchica para el aperitivo”, dice Philippe Bargain, médico en Roissy. “Se preparan tragando uvas pasas para acostumbrar a sus estómagos”, añade.
Contrariamente a Orly, donde las presuntas mulas son envidas al hospital en París para verificar las sospechas, los médicos del aeropuerto de Roissy disponen de un equipo de rayos X. La expulsión de los óvulos, que puede tomar varios días, se hace bajo vigilancia médica.
Pues la práctica es riesgosa. Una mujer de 32 años murió en 2017 en el avión Cayena-Orly. Estaba acompañada por su hijo de tres años, una técnica frecuente para no llamar la atención, así como la utilización de mujeres encinta para escapar al examen de rayos X.
En marzo de 2016, una mujer de 23 años proveniente de Martinica murió días después de sufrir un desmayo en el avión. Seis óvulos de cocaína, uno de ellos roto, fueron encontrados en su cuerpo. El proceso de quienes la habrían involucrado en esto se hará el jueves en Créteil (sureste de París), por tráfico de drogas y homicidio involuntario.
En el tribunal de Créteil, del que depende Orly, su presidente Stéphane Noël ve ahora pasar mulas todos los días en comparecencia inmediata.
Los perfiles son similares: hombres y mujeres originarios de Guayana o Surinám, de origen muy pobre y especialmente jóvenes. Por hasta un kilo de cocaína, las mulas son condenadas a un año de cárcel.
“Algunos dicen que vienen a ver a la familia”, dice Stéphane Noël.
Según él, “uno dijo que no debía que ocuparse de nada, tenía los boletos, me encontraba con alguien en un parking del otro lado, expulsaba los óvulos y luego no sé a donde se los llevaban” .
Otros relatan como se tragan los óvulos y hablan del uso de “ plantas mágicas para evitar los controles”, dice Noël.
“Son personas a las que se les hace soñar con millones y a las que se les amenaza con atacar a sus familias si los denuncian. Es siempre lo que dicen”, apostilla.