Milton Luna se reunió con organizaciones, en los primeros días de su administración. Foto: Cortesía Ministerio de Educación
Este miércoles 26 de junio de 2019, el ministro de Educación, Milton Luna, deja el cargo que ocupó durante casi siete meses, desde el 3 de diciembre pasado. Y lo hace cuando se cumplen algo más de 45 días del relanzamiento oficial del acuerdo nacional en este campo. Es el primer plazo que el Gobierno estableció para evaluar metas alcanzadas.
También se conoce que a la ministra de Salud, Verónica Espinosa, se le podría aceptar la renuncia. El pasado martes 25 de junio de 2019 sus colaboradores la aplaudieron en una muestra de apoyo. Ella lidera los diálogos en la mesa de prevención del consumo de drogas. Debe enfrentar un juicio político en el Legislativo, por las pruebas rápidas de detección del VIH/ sida. Fue criticada por no actualizar el Cuadro Básico de Medicamentos.
En cuanto al Acuerdo por la Educación, las llamadas ‘victorias tempranas’ son seis, según Patricio Crespo, considerado la ‘bisagra’ entre las organizaciones no gubernamentales, gobiernos locales y la Cartera. Pero las más grandes son dos.
La inclusión del enfoque de valores en 756 módulos pedagógicos (de los nuevos textos escolares) -que confirmó Luna- están en proceso de diagramación. Esto, a pedido de la Mesa de Valores, cuyos integrantes residen en Guayaquil.
También la reapertura de escuelas multigrado (unidocentes y bidocentes). Hasta el jueves anterior, dijo Crespo, se han reabierto 11. Y está en agenda la fase dos, con 64 más. En una entrevista con este Diario, Milton Luna aseguró que en lista se cuentan 240 escuelas, que se reabrirán hasta fin de año, tras acuerdos con gobiernos locales amazónicos.
Pero, ¿puede considerarse una victoria del Acuerdo nacional por la educación la reapertura de esos planteles? Crespo asegura que sí, pues “en los diálogos se catalizaron las demandas comunitarias”.
Esto pese a que ya había la decisión política de reabrir esos centros multigrado que se cerraron en la década anterior. El 31 de enero, Luna detalló, en rueda de prensa, que había recibido pedidos de comunidades. Y se comprometió a reabrir 1 000 centros en este año, con un presupuesto de USD 70 millones. En el 2020 anunció que reabriría otras 1 000.
El miércoles pasado, titulares de Educación y Senescyt hablaron sobre el acuerdo. Foto: Cortesía Ministerio de Educación
Estas ‘victorias’ tras los acuerdos son mínimas, para Manuel Martínez, líder del Pacto por la Niñez y la Adolescencia, que agrupa a varias ONG. Esto, si se dimensiona lo que se esperaba de que la sociedad civil, gobiernos locales y central conversen y lleguen a compromisos importantes.
La debilidad -opina Martínez- es que se requería una perspectiva clara de hacia dónde se quiere llegar. Le llama la atención, por ejemplo, que una mesa de valores se instale en Guayaquil, mientras la de educación y derechos trabaje desde Quito. Cree necesario desarrollar un proceso de empoderamiento sobre derechos en los niños. “No decirles el valor deben aprender”.
Las reuniones se desarrollan desde más de un año. En abril del 2018, el antecesor de Luna, Fander Falconí, presentó la iniciativa Acuerdo Nacional por la Calidad e Inclusión Educativa. El propósito era construir una agenda de cara al 2030.
Con la llegada de Luna, las mesas se enfocaron en siete puntos: desarrollo sostenible, valores, DD.HH., formación a lo largo de la vida y nueva escuela, interculturalidad, desarrollo infantil y campo técnico, jóvenes y empleabilidad.
En su gestión tomó fuerza una Mesa de Convergencia, liderada por Esquel, que se dijo aglutina a 20 organizaciones. El jueves pasado, en una carta pública, expresaron su preocupación por la continuidad del proceso. Se ha logrado -precisaron- el compromiso de más de 100 organizaciones sociales, 5 000 participantes; resaltaron la voluntad de Luna. También dirigentes de lo que fue la UNE se pronunciaron, en redes sociales, apoyándolo.
Según Luna, el acuerdo es un proceso dinámico, largo. Confía -dijo- en que la sociedad civil y el Estado seguirán construyendo espacios de diálogo y llegando a acuerdos concretos. Se comprometió a ser parte de un proceso de transición “civilizado”.
Espera que continúe con la revalorización docente, que empezó, dice, con la disminución de la carga administrativa, recategorización y seguimiento del Ser Maestro 6. Y con el cambio de modelo educativo.
Para analistas como el politólogo Franklin Ramírez, de la Flacso, “cuando un ministro se mantiene apenas algo más de seis meses en el cargo queda en evidencia que no dio resultados en términos políticos, institucionales y técnicos”.
Esa salida tan temprana -anota- es la forma en que el propio Gobierno evalúa el avance de su gestión. “No hubo un gran cambio de timón, no quedan hitos de un especialista en educación, con una red de apoyo en la sociedad civil; exacerbó la retórica anticorreísta, reconfiguró la relación Ministerio-UNE y reaperturó escuelas unidocentes”.
Diferente opina Anunziatta Valdez, quien reemplazó a Luna en la dirección del Contrato Social por la Educación. Su paso -repite- fue clave para llegar a consensos. La mesa de valores, que integra, evaluará la posición del nuevo Ministro; la apertura a la sociedad civil.