En Ibarra, un trabajador acopia una bolsa con desechos de un centro de salud que tiene pacientes contagiados. Foto: Cortesía Municipio de Ibarra
La recolección de los desechos en los hospitales que tratan a pacientes infectados con el covid-19 en Santo Domingo, Ibarra y Esmeraldas se ha tornado compleja para el personal que ejecuta esas labores.
Desde que comenzó la emergencia sanitaria, a mediados de marzo, muchos trabajadores extremaron sus medidas de seguridad y otros renunciaron, para cuidarse. El nivel de exposición es alto para este grupo, que pasó a ser considerado vulnerable al coronavirus.
En la provincia tsáchila, un trabajador dio positivo y no se descarta que se haya contagiado durante las jornadas.
Su caso fue reportado por el alcalde Wilson Erazo, el 31 de marzo. El estado de salud del obrero es estable, pero la preocupación persiste en sus otros compañeros.
Por ejemplo, 100 de las 200 personas que hacen ese trabajo pidieron su desvinculación durante los primeros 13 días de la emergencia sanitaria.
En Ibarra y Esmeraldas hasta ahora no hay reportes de empleados afectados por el virus; los cabildos de las urbes les dotaron de indumentaria especial, mascarillas, gafas y guantes para que se protejan.
En las tres ciudades se han retirado 75,6 toneladas de desechos que se generaron en los tratamientos a los pacientes con covid-19, entre el 19 de marzo y 18 de abril.
Santo Domingo e Imbabura reportaron a su primer paciente contagiado el 19 de marzo, mientras que en Esmeraldas se confirmaron los dos primeros casos el 20 de ese mes.
Desde los hospitales, subcentros, clínicas y viviendas donde están los pacientes aislados y en tratamiento se desechan batas, jeringas, algodón, guantes, recipientes con restos de sangre, orina, heces…
En Santo Domingo se generan a diario 1,6 toneladas en 250 puntos. En esta urbe, Luis V. trabajó cinco años en esa tarea. En su grupo siempre bromeaban diciendo que ese tiempo era suficiente para ‘blindarse’ de cualquier enfermedad y riesgo. La gripe, manchas en la piel, malos olores, heridas leves y caídas son comunes entre las cuadrillas, dice este extrabajador, quien presentó su renuncia por temor. Tiene dos hijos menores de edad y su esposa está embarazada.
Eso lo impulsó a pedir su salida y ahora trabaja en la entrega de alimentos a domicilio, en una motocicleta que adquirió.
Marco B. sigue vinculado a la actividad. Dice que el mayor cuidado lo tiene cuando acude a los hospitales, subcentros y clínicas donde la carga supera las 30 y 50 fundas.
Tania Viera, directora de Gestión Ambiental del Municipio, informó que en la recolección de desechos sólidos y hospitalarios se reforzaron las normas de seguridad en el personal. El Cabildo destinó USD 500 000 para dotarlos de equipos de bioseguridad.
El nivel de riesgo está definido en dos escenarios, dice la directora del Ministerio de Ambiente, Marcela Cevallos.
El primero se da por el contacto con las personas que entregan directamente la basura a los trabajadores. El segundo ocurre con la cuadrilla de recolectores que va a los hospitales, quienes se exponen a infectarse con los residuos de las bolsas, pese a que salen desinfectados.
Los objetos cortopunzantes representan una amenaza para ellos. La vocera del Ministerio de Salud en Santo Domingo de los Tsáchila, Pércides Quiñónez, asegura que en la red de centros de los dos distritos se maneja un protocolo para el tratamiento interno.
Ese consiste en que los desechos sean desinfectados con hipoclorito de sodio, luego recopilados en fundas y finalmente llevados
a contenedores.
La funcionaria explica que estos recipientes se clasifican de acuerdo con un color. Por ejemplo, el negro es para los desechos comunes, el rojo para los contaminados y el verde para los especiales.
En los hospitales funciona un comité de bioseguridad, que se encarga de hacer cumplir esa disposición que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el botadero municipal se construyó una celda especial para el acopio de la basura infectada. Durante una inspección que realizó la Cartera de Ambiente, a inicios de este mes, se constató que se aplica amonio cuaternario, llegan en doble funda y finalmente se los entierra con cal.
En Ibarra, la recolección de desechos de las casas de salud en donde se atiende a pacientes afectados con el covid-19 supera las 0,47 toneladas al día.
Una empresa de gestión ambiental se ocupa del manejo de ese material.
La unidad recolecta 120 kilogramos diarios. Mientras que en las viviendas en donde hay pacientes aislados por haber dado positivo al nuevo virus, el personal del Municipio debidamente protegido con equipos de bioseguridad recoge 350 kilogramos, en promedio.
Claudio Vaca, director de Higiene del Ayuntamiento, explica que se depositan en una celda para basura sanitaria que se abrió en el relleno de San Alfonso, en el norte de la urbe.
En Esmeraldas se recogen 0,45 toneladas al día. La directora médica del Hospital Delfina Torres de Concha, Lourdes Plaza, explica que se han extremado precauciones en el manejo de residuos infecciosos de los pacientes contagiados.
El trabajo lo realiza el personal de salud que ha sido calificados para hacer la limpieza, con unas de las tres empresas encargadas del aseo.