Policías y bomberos atendieron un accidente de tránsito, el viernes último, en Ibarra. Foto: Washington Benalcázar / EL COMERCIO
El reloj marca las 14:00 y las sirenas de la Policía y Cuerpo de Bomberos alertan el inicio del toque de queda, hasta las 05:00.
En Ibarra (Imbabura), ese sonido indica a Juan José Pozo que ya tiene que ir a trabajar. Toma su mochila y su bicicleta y se dirige al Hospital San Vicente de Paúl, en donde labora como guardia.
Se reúne con cinco compañeros, con quienes comparte las tareas de seguridad del personal y de los pacientes de esta casa de salud. La jornada se extiende hasta las 06:45.
A las 20:00, como si fuera una noche normal, el personal de recolección de desechos, bomberos, transportistas de alimentos, agentes de tránsito, policías, militares y otros continúa laborando en las calles.
“No podemos aplazar el trabajo, porque la generación de basura es permanente. Por eso mantenemos la recolección diurna y nocturna. Ibarra produce 140 toneladas de desechos cada día”. Así explica Claudio Vaca, director de Ambiente del Municipio.
En Cuenca agentes de tránsito, con el apoyo de personal militar, realizan un operativo. Foto: cortesía del Municipio de Cuenca
Cinco camiones recolectores recorren la urbe. En cada vehículo laboran un conductor y dos operadores.
“Esta es la primera vez, en los 30 años que trabajo como chofer del recolector, que las calles están vacías por tanto tiempo”, comenta Carlos Mejía. Se refiere a la restricción de movilidad de personas y vehículos durante la noche, dispuesto por el COE nacional, como una de las medidas para evitar la propagación del covid-19.
Al igual que sus compañeros, Mejía se protege con una mascarilla y guantes. Ellos tienen a su cargo la recolección de basura de los domicilios.
Mientras que los desechos de las casas de salud en donde se trata a los pacientes con covid-19, como el Hospital San Vicente, son recogidos por un gestor ambiental, que fue contratado por el Cabildo local.
En Ambato (Tungurahua), tampoco se cambió el horario de recolección de la basura por el toque de queda.
Un grupo de trabajadores recoge los desperdicios que se depositan en 1 800 contenedores. Seis camiones recorren las calles en la noche. Otro grupo lo hace en las parroquias rurales durante el día.
En total se recolectan 250 toneladas de basura. Antes de la emergencia sanitaria se recogían 300 toneladas. La reducción se debe a la paralización de la industria y el comercio en esa ciudad andina.
Diana Fiallos, gerenta de la Empresa de Desechos Sólidos del Municipio de Ambato, recuerda que en los primeros días de la emergencia los dirigentes de las comunas rurales bloquearon las vías de acceso, por temor al nuevo virus.
Sin embargo, tras una explicación sobre el problema de salud que puede provocar la acumulación de basura reabrieron los pasos.
Los trabajadores municipales están protegidos con trajes de bioseguridad, guantes, visores y mascarillas. Además, los recolectores son desinfectados tres veces a la semana.
Daniel Proaño, uno de los conductores, confiesa que laboran con temor a contagiarse. “Tenemos que estar en la calle todos los días. Luego retornamos a nuestros hogares y ponemos en riesgo a nuestras familias. Por eso es que tomamos todas las medidas de precaución”.
Otra actividad que no da tregua es el control que realizan las Fuerzas Armadas y la Policía en todo el país.
En Imbabura, el control durante el toque de queda está a cargo de 439 militares. Mientras que en Santo Domingo de los Tsáchilas laboran 953 policías en la noche.
El comandante provincial de la Policía, Richard Coellar, asegura que entre las 20:00 y las 00:00 ocurre la mayoría de inconvenientes, como fiestas en viviendas, escándalos y personas libando en sitios públicos, pese a que está vigente el estado de excepción.
Por ese incumplimiento se ha sancionado a 10 978 ciudadanos. La cifra es del 17 de marzo al 15 de abril. De ellos, 439 son reincidentes en el irrespeto al toque de queda.
En Cuenca (Azuay), cuando cae la noche, el control de tránsito y de los espacios públicos queda a cargo de 90 agentes de tránsito y policías municipales. Mascarilla, guantes y trajes especiales se volvieron parte de su indumentaria.
Los agentes de tránsito coinciden con los funcionarios de la fuerza pública en que el mayor problema es el irrespeto de los ciudadanos al toque de queda y a la restricción de circulación de vehículos.
Los bomberos también se ajustan a las nuevas necesidades. En Ibarra, por ejemplo, además de la atención de emergencias por incendios o lluvias apoyan en la repartición de alimentos, en la mañana y tarde. Para esta tarea destinaron siete camionetas con sus conductores.
En contexto
Los gobiernos seccionales pusieron en marcha planes de contingencia para apoyar el control durante el toque de queda. La provisión de servicios básicos y otras tareas demandan también el trabajo de obreros y empleados municipales en la tarde y noche.
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