Reconoció el fracaso. Se lo atribuyó todo. Dijo ser el único responsable. Exageró: es el principal. Esa gallardía merece respeto. Recuperó de un solo plumazo la credibilidad perdida. Solo hombres de valor son capaces de reconocer públicamente un craso error.
El presidente del Barcelona no se inmoló, se liberó. Esa actitud no puede quedar como una maniobra más de su experticia: marketing. Tampoco resulta confesión desesperada para aplacar a los promotores de renuncias ávidos de un mecenas. Fue sincero. Lo vi dolido e indignado, consciente de la necesidad de rectificar…
Eduardo Maruri debe replantear Barcelona admitiendo que entiende de fútbol menos que de publicidad; rodearse de quien sepa negociar con entrenadores y futbolistas, así como alguien ducho en el manejo del camerino.
Los futbolistas son –lo admiten, y hasta se jactan de ello- una “casta especial” de deportistas. Lo siguiente es cobrar conciencia, e imbuirla en los demás, de que ante todo, Barcelona es garra. Nunca puede perder sin luchar. Y ante Liga de Portoviejo solo dieron batalla Banguera, Carlos Hidalgo y el paraguayo Román.
Antes de firmar por Barcelona, desde el masajista hasta el técnico, deben estudiar una semana su historia, recorrer el museo, ver el archivo, revisar videos, visitar a Pablo Ansaldo, oler el estadio, sentir a la hinchada. Barcelona necesita barcelonistas, no contratistas. Tras eso, lo indispensable es un líder.
Su presidente debe serlo, no esconderse en tiempos de crisis, escudarse en la comisión de fútbol o excusarse en la filosofía de Benito Floro, un teórico del balompié que despreció desde el aguatero hasta a los periodistas, nostálgico de algún conquistador español.
Los procesos están bien, pero Maruri debió anticipar resultados en cuatro años. Nunca prometió un campeonato, pero tampoco que pelearíamos la cola.
Lo del ‘Negro’ Paz y Esteban es irrepetible e inimitable, aunque superable. Tómelos como guía pero no como molde.
Maruri empezó mal en Barcelona y siguió peor: forzó una alianza con Luis Noboa Ycaza para vencer a Eberhard Graetzer. Creó una presidencia bicéfala. Luego, optó por la Asamblea. No brilló. Descuidó al Movimiento UNO. Persistió en el director técnico Almeida. Maltrató a un símbolo: Carlos Luis Morales. Rehuyó invitaciones que antes aceptaba… Él solo va a programas deportivos, aclaró la leal Ximena Crespo.
Toda esa arrogancia producto de victorias en disciplinas que sí domina -ironman y ventas- no caben en el fútbol. ¡Ni bromas soporta! Barcelona es su hinchada por sobre los 3 000 socios. Que convierta su mea culpa en una introspección constructiva proyectada a su entorno. A Eduardo le sobran talento y ambición.
Ahora adquirió humildad. Así cobra balance su sobredimensionada personalidad. ¡Bienvenido de vuelta a la Tierra! Ahora vales más.