Mafias convierten a niños en vendedores de droga

El martes, la Policía de menores realizó un operativo en zonas peligrosas de Guayaquil. Foto: EL COMERCIO

El martes, la Policía de menores realizó un operativo en zonas peligrosas de Guayaquil. Foto: EL COMERCIO

El martes, la Policía de menores realizó un operativo en zonas peligrosas de Guayaquil. Foto: EL COMERCIO

El niño iba junto a dos hombres adultos en una moto. Lograron eludir el control que los policías montaron en la mañana en el suburbio de Guayaquil.

Avanzaron unos metros y se detuvieron. Allí apareció otra persona, se acercó a la motocicleta y los dos adultos entregaron una pequeña funda con polvo blanco y se fueron.

Todo ocurrió en presencia de los vecinos y ellos saben que no es la primera vez que veían a menores de edad en medio de bandas del microtráfico.

En otro barrio ocurrió algo similar. Un adolescente de 16 años usaba a su hermano menor para que retire la droga que a diario compraba en una casa.

La idea era no levantar sospechas, pues revendían el alcaloide a jóvenes consumidores.

Los agentes conocen este problema. Por eso, en nueve meses de este año aislaron a 206 menores que cometieron alguna infracción de este tipo en Guayaquil, Durán y Samborondón. Las alertas aumentaron cuando estalló el fenómeno de la ‘hache’, una droga que es mezclada con heroína, químicos, veneno para ratas.

La situación llegó a tal punto que desde hoy, en zonas más problemáticas de esos tres cantones, rige la prohibición para que los menores de edad circulen solos a partir de las 23:00.
Esta medida se toma porque los investigadores identificaron que los niños eran víctimas de las mafias que están dedicadas al microtráfico.

El acuerdo fue tomado junto con las asambleas comunitarias, en sectores donde se han registrado altos casos de violencia y diferentes delitos.

Vecinos de esas zonas dicen que hay menores que rondan pasadas las 02:00 y que realizan “actividades inapropiadas”.
En medio de estos hechos, los agentes han identificado que de 18:00 a 22:00 la venta de alcaloides al menudeo aumenta en las afueras de los colegios.

El martes, por ejemplo, se requisó a quienes estaban en los exteriores de dos planteles del suburbio. 10 personas que custodiaban los exteriores de un colegio fueron interceptadas por minutos. Quienes estaban al frente del operativo quería saber si tenían sustancias ilegales. Después, el equipo se trasladó a otro plantel. Allí se interceptó a otra persona que circulaba cerca de los estudiantes de “manera sospechosa”.

A él se le encontró un gramo de marihuana y fósforos, pero fue liberado de inmediato.

Una mujer contó que junto a su casa, un hombre expende droga a toda hora e incluso a los jóvenes. “Llegan carros modernos en la madrugada a comprarle. El lugar es abandonado y ningún policía lo detiene”.

En las afueras de los colegios no había alumbrado público. Eso coincidió con los datos de Inteligencias que dicen que los microtraficantes operan, especialmente, en lugares oscuros.

Eran las 19:45 y los vecinos decían que en ese sector hay familiares que usan a los menores para la venta ilegal.
Se han dado situaciones en las que los mismos papás envían el alcaloide a un ‘cliente’ a través de su hijo. La entrega se hace en sitios estratégicos, como parques infantiles. La Dinapen confirma ese dato.

Hasta tres denuncias al mes se registran por este tipo de hechos en los tres cantones. El número es mínimo, pues ni familiares ni vecinos se atreven a denunciar lo que sucede con los niños y las redes de la droga.

Y con base en los pocos testimonios que llegan a las oficinas judiciales, los agentes han logrado establecer el esquema de cómo las bandas familiares operan con sus hijos.

En caso de encontrar un caso así se interviene en la vivienda de la víctima y si encuentran evidencias, el menor es separado de sus familiares directos.

Luego es trasladado hasta un centro de protección, hasta que otro familiar se encargue de él.

Hay casos en que el niño permanece en los centros de ayuda hasta cumplir la mayoría de edad. “Si no se los separa de quienes les estimulan el delito, el niño que pronto se convierte en adolescente, venderá el alcaloide por su cuenta”, dice la psicóloga Paulina Farías.

Luego añade lo siguiente: “Progresivamente al niño le interesará ganar su propio dinero y ya no va a complacer a su padre o tío, como se han venido dando casos en Guayaquil”.

Por eso desde hoy aumentarán los patrullajes, especialmente desde las 23:00. Los menores que sean encontrados circulando solos luego de esa hora serán llevados a una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) cercana. Allí, mientras reciben charlas, esperarán a que sus familiares los retiren.

Al menos eso es lo que está planificado hasta el momento.
En el Centro de atención para adolescentes en conflicto o también llamado Correccional de Menores, en Guayaquil, conviven adolescentes que no solo vendían drogas, sino que consumían frecuentemente.

Ruffo Rodríguez es jefe de la Dinapen y sabe que a partir de los 12 años, el adolescente que trafica sustancias ilegales es llevado a ese lugar. Allí, mientras cumplen una sentencia, reciben terapias sobre drogas, y clases para que puedan completar la educación básica.

En contexto

Datos de la Policía Antinarcóticos señalan que entre enero y el 14 de octubre de este año, a escala nacional se han incautado de 13,28 toneladas de alcaloides que estaban dirigidas al microtráfico. En ese mismo período del 2014 fueron 6,72 toneladas.

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