Jóvenes disputan cupos en tres conservatorios públicos del Ecuador

Aspirantes a ingresar al Conservatorio Superior Nacional de Música, en Quito, durante la prueba teórica. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO

Aspirantes a ingresar al Conservatorio Superior Nacional de Música, en Quito, durante la prueba teórica. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO

Aspirantes a ingresar al Conservatorio Superior Nacional de Música, en Quito, durante la prueba teórica. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO

Andrea Garrido, de 20 años, luce un vestido lila largo. Frente a una partitura toca el violín, como si no hubiera nada más a su alrededor. En su práctica hace una pausa para contar que la música le ayuda a renovar energías. Cada día se levanta a las 04:00 y desconoce lo que es el “tiempo libre”.

Andrea es una de 230 alumnos del Conservatorio Superior Nacional, en Quito. Cursa el tercer semestre, de seis, para obtener un título de tecnóloga en Música con mención en Violín. Tocar un instrumento no es un pasatiempo, es su proyecto de vida -recalca- pues es una carrera con la que quiere viajar y conocer el mundo.

La Secretaría de Educación Superior (Senescyt) registra un incremento de postulantes del 11% entre el 2017 y el 2018. También un aumento en los cupos aceptados: de 581 en el 2017, a 618 el año anterior, lo que representa un incremento del 6,36%.

De estos centros públicos n hay tres en el país. Además del mencionado se suman el Conservatorio Superior Salvador Bustamante Celi, de Loja; y el José María Rodríguez, de Cuenca. En el sector privado están el Conservatorio de Música Jaime Mola, en Quito; el de Música, Teatro y Danza La Merced, en Ambato, y el de Arte Antón Bruckner, en Loja.

La semana anterior se desarrollaron las inscripciones para los aspirantes en los conservatorios públicos. Para ingresar se requiere contar con un título de bachiller en Música o aprobar el examen de suficiencia, si no se cuenta con un título de ese tipo, señala Francisco Fierro, rector del Conservatorio Superior Nacional.

En esa institución, el examen de suficiencia para los nuevos alumnos fue el viernes 18. Juan Fajardo, de 26 años, fue uno de los casi 300 interesados que postularon por las tres tecnologías que oferta: mención en instrumento (guitarra, clarinete, violín, piano, etc.), que abarca al 70% de interesados. Otra con mención en Canto y una más, en Composición.

Juan quiere ser un profesional del violín. Antes de la prueba no se oyeron voces, solo el sonido de guitarras y violines en el aula. La audición práctica consistió en tocar frente a un maestro. No parecía nervioso. Desde adolescente fue sensible a los sonidos y aprender a tocar el instrumento le parecía un sueño. Lo hizo empíricamente y luego con clases en el Conservatorio Mozarte.

Antes de la prueba práctica les tomaron un examen teórico, para validar conocimientos en lectura musical, historia y composición. Luego, otro de aptitud musical. Así completó las tres fases del examen.

Esa evaluación es obligatoria para quien no tiene un título de bachiller en Música.

Las Artes son carreras de tercer nivel y las instituciones superiores tienen la función de perfeccionar las habilidades adquiridas en un proceso formativo en educación media, no formar desde cero, aclaró Fierro, rector del Conservatorio de Quito.

Para este período se cambió el mecanismo de asignación de cupos. Antes los jóvenes postulaban con la nota del Ser Bachiller y luego rendían el examen de suficiencia. Este año se invirtió el proceso para seleccionar a los más aptos.

Una vez culminada la fase de evaluación, los conservatorios deberán reportar los resultados a la Senescyt hasta el lunes 28. La Secretaría habilitará la oferta en su plataforma. Aprobada la evaluación del conservatorio, la asignación del cupo dependerá del Ser Bachiller.

El Conservatorio Nacional de Música, desde su creación en 1900, ofreció tres niveles de formación, pero por años no fue reconocido como una institución superior, solo de formación media. Su rector anota que en el 2007, en el artículo 352 de la Constitución, el conservatorio fue reconocido como de nivel tecnológico.

En el 2012 pasó a ser administrado por la Senescyt. Y la reforma a la Ley Orgánica de Educación Superior, de agosto pasado, lo ubica como institución de categoría universitaria. Por ello se alistan para un cambio aún mayor: ofertar licenciaturas y posgrados.

La música implica disciplina y constancia, cuenta la estudiante de violín Andrea Garrido. Con ella coincide Cristian Jamy, de 21 años.

Él sigue una tecnología en Saxofón y viene de una familia de músicos. Su padre y tíos integran un grupo. Él tiene un bachillerato en Música de la Unidad Educativa Inés Cobo Donoso, en Pujilí, Cotopaxi, y cursa el quinto semestre. En uno más culmina su carrera. Ensaya al menos seis horas al día.

Por eso dice que se requiere vocación para mantenerse en una carrera musical. Se deja de lado otras actividades, ya que la práctica se convierte en un elemento central para avanzar.

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