Ciudadanos se movilizaban por la calle Venezuela este 8 de mayo del 2020. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO.
En la intersección de las avenidas Rafael Morán Valverde y Teniente Hugo Ortiz, en el sur de Quito, la mañana de este viernes 8 de mayo de 2020 transcurrió como si no existiera la emergencia sanitaria originada por el covid-19. Alrededor de 50 comerciantes informales, limpiadores de parabrisas y gente que pide dinero ocuparon las esquinas de los semáforos desde temprano.
Lo constató este Diario en un recorrido. En esa zona, un extranjero, con una bebé en brazos, pedía ayuda a los conductores. Lo acompañaban una mujer y dos niños que jugaban en la acera. Lo mismo hacía un hombre que caminaba con muletas. En los alrededores había gente que expendía flores, aguas, hojas de eucalipto, frutas, verduras y juguetes.
En la calle Rumichaca, otra familia de foráneos solicitaba dinero a los vehículos. Al mismo tiempo circulaban decenas de autos con placas diferentes al día de circulación. Ningún agente de tránsito estuvo en la zona para poner orden. Al llegar al intercambiador de Chillogallo aparecieron un hombre y una mujer que limpiaban los parabrisas y espejos de los carros con franelas rojas. Suplicaban por ayuda, no tenían ingresos para comer.
Ventas ambulantes se observaron en varios sectores de Quito, este 8 de mayo del 2020. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Más desorden hubo en otros puntos del sur de Quito por las ventas ambulantes. Al llegar a la avenida Toacazo de Santa Anita, cientos de comerciantes informales caminaban como hormigas sobre la vereda. Expendían frutas, legumbres y papel higiénico; había camiones parqueados junto a las aceras y desde estos se comercializaban racimos de plátano verde y demás productos de primera necesidad.
La avenida Ajaví estaba repleta de comercio informal y vehículos. Tampoco hubo controles hoy de parte de las autoridades municipales.
Los transeúntes no respetaban los dos metros de distancia para caminar en la calle José María Alemán, conocida popularmente como la J del barrio Solanda, en donde se han registrado 32 contagios de coronavirus, según datos del COE provincial. Peatones y vendedores se mezclaban en una sola masa de desorden.
Allí se comercializaba toda clase de productos como alimentos, cigarrillos, ropa, juguetes, escobas, entre otros. Por momentos, los carros quedaban atrapados en esa vía y se demoraban alrededor de cinco minutos en salir de la congestión. A las 13:00 no había agentes metropolitanos, tampoco policías. Las mallas metálicas de seguridad que se instalaron semanas atrás no frenaban la presencia los autónomos no regularizados.
En algunos sitios no se respetaron los dos metros de distancia. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
A la altura de la calle El Canelo, antes de llegar al centro comercial Atahualpa (sector de El Pintado), se expendían comestibles en la vía pública. En la Mariscal Sucre, cientos de personas caminaban sin ningún inconveniente; la mayoría utilizaba mascarilla.
La falta de control también se sintió en el Centro Histórico, uno de los sectores más afectados por el coronavirus con 132 casos hasta ayer. Al recorrer la calle Rocafuerte, decenas de vendedores ocupan las aceras con frutas, legumbres, mascarillas, protectores faciales de vinil y guantes de látex.
Los agentes metropolitanos montaron un puesto de control en la Rocafuerte y Cuenca junto a las vallas de seguridad que impiden el acceso al Mercado San Roque. Sin embargo, para los mercaderes es prioritario mantener a sus familias y salen con sus productos.
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