A diario, en la calle, oficio o el hogar, hay hechos, en nuestro medio, que nos obligan a reflexionar y que no queremos ver. El hombre, en su cobardía pretende vivir con mujeres invisibles, que no piensan, por lo tanto no opinan y como resultado no causan diferencias definitivas, de las que solo ellas logran, por su sensibilidad, unicidad y valor. Sus logros son su piel y no pueden desvestirse de ella.
Participé de una reunión, sin tema específico, junto a 11 mujeres públicas. Actúan en este mundo sufriendo sus ventajas y desventajas. Dejan y dejarán su marca en los campos de la comunicación, de la política, de la creatividad, inclusive de la belleza, todas tienen una particularidad: un aspecto físico envidiable sin importar su edad, entre los 20 y los 60 pasados, aparte de su extrema inteligencia y sensibilidad. Madres orgullosas, algunas más de un matrimonio y, no faltan las que nunca lo han vivido. De regiones distintas y colores de piel diversos que denota que somos un solo pueblo.
Sus voces realzaron temas polémicos. La situación política del país, su más grande preocupación; la economía y la baja del poder adquisitivo, su sufrimiento; la falta de líderes jóvenes y cómo formarlos; involucrarse, su meta cercana. Visiones propias de política o religión y aún con diferencias, llegaron a acuerdos, logrados sin la tan de moda y ya aceptada, agresividad.
El tono cambió; confiadas, compartieron temas femeninos, experiencias; el yo de cada una afloró, sentimientos inéditos que en un grupo tan disímil pero a la vez tan de mujer y, por lo tanto, símil, pueden aparecer. Los parecidos aumentan, lo vivido es un solo recorrido de féminas entrelazadas en lo que parece, al final de la tarde y causa de la reflexión tema de este escrito, lo difícil que es ser mujer, madre, y profesional y, peor, si el desarrollo de estas actividades ha sido frente al público. La dificultad de las relaciones con el sexo opuesto que no acepta y se permiten prohibir, limitar, medir los desempeños públicos de estas valiosas y valientes mujeres que juegan con varias vidas a la vez, sin perder las visiones macro o micro de ninguna.
No sienten comprensión y apoyo en el camino de su destino. El amor se escapa, nunca serán lo suficiente calladas o invisibles, inactivas o poco notorias para ser lo que consideran, aún en el 2009, la pareja perfecta.
Si se pretende la invisibilidad humana es porque la cobardía y vanidad afloran en seres que poco se consideran a sí mismos y las excepciones confirman la regla. Nunca serán mujeres invisibles. Sus voces, actos y letras pasarán a la historia. Seguirán siendo eso: mujeres valerosas, madres, periodistas, políticas, actrices, fotógrafas y mil caras más, pero nunca, nunca, lograrán la invisibilidad.