La erupción del volcán Tungurahua, en agosto de 2006, no solo que reflejó la solidaridad entre quienes viven en las comunidades asentadas en las faldas del coloso, también puso a prueba la valentía de algunos lugareños. El ejemplo más comentado fue el de Frank Bauss. Él se arriesgó a cruzar el puente sobre el río Puela, por donde corría un río de flujos piroclásticos, para salvar a su abuela, Carmelina Merino, de 85 años.
El joven, que en ese entonces tenía 16 años, esquivó el material incandescente y llegó hasta el sitio donde estaba su abuela, sin poder moverse. La cogió en sus brazos e intentó salir corriendo, pero una columna de gas les alcanzó. Ella murió y él quedó con considerables quemaduras en las manos, piernas y brazos. Unos días después, Frank viajo con su padre, Fabián, a Boston (Estados Unidos).
Allí se sometió a un tratamiento y le pusieron injertos en varias partes de su cuerpo, para reemplazar la piel destrozada por el fuego. La casa de Frank y de sus familiares fue arrasada por el material que expulsó el volcán. Recibió ayuda para rentar una vivienda, luego de que regresó de Boston. En Estados Unidos permaneció seis meses, tiempo en el cual fue sometido a 13 operaciones.
Entrevista a Roque Sevilla. Empresario y ex Alcalde de Quito
‘El temor a que se revele la corrupción lleva a la censura’
Redacción Sociedad
Desde su experiencia empresarial y política ¿cómo ve el proyecto de la Ley de Comunicación?
Creo que todo es producto del miedo y este no es un buen consejero. Cuando goberné la ciudad hubo veces en que los medios recogían noticias que no me agradaban, ya sea porque no eran precisas, la información era insuficiente o porque me hacían la oposición. Pero siempre respeté esa opinión porque me parece que es un canal adecuado para no perder contacto con la realidad cuando se gobierna. El peligro de estar rodeado de aduladores es que se pierde totalmente el sentido de la realidad y eso ya sucedió con muchos gobernantes.
¿Usted está de acuerdo con que existan regulaciones?
La regulación sí debería darse, sobre todo en los medios de televisión por la calidad de los programas empacados donde hay un exceso de violencia física, verbal y sexual. Sobre todo por la necesidad de respetar a los jóvenes y a los niños. Eso sí es bueno.
¿Por qué está aquí?
Su experiencia. Fue Alcalde de Quito hasta agosto de 2000. También fue asesor de la Comisión de Paz en el diferendo limítrofe con Perú. Es uno de los representantes más conocidos del sector turístico de Ecuador. Además, preside el Consejo Administrativo y Directivo de la Iniciativa Yasuní-ITT.
¿Pero en cuanto al contenido informativo?
Para la opinión de los editorialistas y de los periodistas es importante que haya algún tipo de referencia para que verifiquen el origen de la noticia, se preparen mejor y para que cumplan su labor desde el punto de vista investigativo. Pero hasta allí llega.
¿Usted dice que esta ley es producto del miedo?
Miedo a la contradicción, a haber tomado decisiones que pueden no ser aceptadas, ante la corrupción y que la información denote que el Gobierno tiene facetas de corrupción con beneficios especiales para los allegados, amigos y parientes. Eso se debe afrontar con ética sin necesidad de limitar a los medios.
¿Esa necesidad de control también incluiría al contenido de la información?
En el contenido de la información hacia una ética básica, a programas violentos y que afectan a la cultura ecuatoriana. En eso hay que tener cuidado, aunque sé que de todos modos se filtrarán a través de Internet. Hay medios que prefieren las noticias amarillas, que no hacen ningún aporte a la cultura y a la información. De allí a controlar la opinión de periodistas e investigadores, estoy totalmente contrario.
¿Usted considera que sí es necesaria la creación de una Ley de Comunicación?
Creo que sí hay necesidad de regulación, pero no para temas de información ni opinión. Eso debe quedar libre. Lo que debe vigilarse es la calidad de la información que se entrega, del producto que se emite. Hay cosas muy malas. Esta comisión debe calificar como se hace en el cine con las películas a exhibirse.
¿Qué papel debe tener el Consejo de Comunicación?
Debería llegarse a un acuerdo con los gremios de los medios para vigilar la calidad de la información y al entrenamiento de los periodistas en cuanto a la investigación. Hay casos muy tristes de entrevistas que enfrento muy a menudo con periodistas muy poco informados. El periodista debe investigar a profundidad. Hay que invertir en el mejoramiento de la calidad del periodista en cuanto a preparación, el resto ya es ética profesional.
Usted insiste en que debe haber una censura sobre los programas de diversión en la TV, pero ¿cómo evitar que esa censura caiga sobre los contenidos noticiosos?
El Consejo de Comunicación debe estar compuesto no por el Gobierno sino por los ciudadanos como veedores. El Gobierno también tiene periódicos, radios, canales de TV y puede cometer los mismos errores e irregularidades que otras empresas de comunicación. Entonces deben ser sometidos al control de una entidad ciudadana. Pero se está planteando un control estatal y me opongo a eso.
¿Igual habría el riesgo de que el juzgamiento sea con subjetividades?
Todo juzgamiento puede ser imparcial, pero al depender de sujetos entonces es inevitable. Es similar a un juez, quien tiene subjetividades en el análisis de un caso. Pero como es una organización que debe ser colegiada, esa subjetividad se reduce cuando seis u ocho personas voten para resolver sobre las características de la comunicación.
Si no hay un manejo ético, ¿debe existir sanción?
La única sanción debe darse a través de un juez. Si se publica una información que no corresponde a la verdad, el afectado debería acudir a un juez para reclamar al medio que haga una aclaración y el autor debe recibir una amonestación pública o ética de valoración.
¿Considera que fue justa la sanción a Teleamazonas?
Para proceder a cerrarlo, antes debe haber un proceso previo de un juez que dictamine que cometió algo en contra de una tercera persona. Me parece que es un gravísimo error lo que cometió el Gobierno. Atentar contra la libertad de expresión es muy grave, en cuanto esta no afecte al buen nombre de las personas.