La mañana del 8 de agosto, una pared se desplomó sobre nueve vehículos en un garaje del centro de Ambato.
Elizabeth Portero, una usuaria habitual, fue una de las más afectadas. Su carro Hyundai Santa Fe, del 2005, resultó con daños cuya reparación le costó USD 6 500.
La afectada denunció su caso en el Municipio, Fiscalía y Defensoría del Pueblo sin éxito. “Un juicio para demostrar que ese incidente no fue fortuito sino una negligencia me costaría más dinero y tiempo del que tengo.
La escasez de estacionamientos y la inseguridad nos obligan a buscar sitios privados aunque no tengan infraestructura”.
Este percance evidencia lo que ocurre en la capital de Tungurahua. Los propietarios de automotores alquilan a diario o mensualmente un espacio para guardarlos en garajes particulares que no cumplen con la Ordenanza vigente desde julio del 2010. (Por favor vea los puntuales).
Estos sitios no cuentan con baños higiénicos para uso de los clientes, vigilancia permanente, teléfonos públicos, servicio mecánico, entre otras prestaciones .
Según la Policía, más de 40 000 automotores circulan por las calles urbanas. Este flujo acentúa la falta de estacionamientos públicos en el casco central, a pesar de haberse implementado desde hace seis años el Sistema Municipal de Estacionamiento Rotativo Tarifado (Simert).
A lo largo de las calles Quito, Bolívar, Rocafuerte, Martínez, Sucre, Juan Benigno Vela, 12 de Noviembre y otras se adecuaron garajes particulares para suplir en algo la escasez de los estacionamientos municipales.
En la actualidad, el Cabildo cuenta con tres parqueaderos en la Plaza Cívica Urbina y en el subsuelo de los mercados Central y Artesanal. Pero estos no son suficientes para Elizabeth Cruz, una ejecutiva que continuamente requiere movilizarse en auto.
Ella considera que el Municipio ensanchó las calles céntricas como la Bolívar sin solucionar un problema de fondo: la falta de estacionamientos técnicamente construidos.
“En esta ciudad hay garajes que operan junto a paredes de adobe, con pisos de tierra y que, si cuentan con baños, son para uso exclusivo del empleado y no para los usuarios y sus niños. Lastimosamente no hay control”.
Según la Municipalidad, se calcula que en la zona céntrica de Ambato funcionan 100 garajes (no hay una cifra actualizada de estos negocios). De ellos más del 90% no cumple con la Ordenanza municipal.
Las excepciones son el parqueadero de seis pisos del hotel Emperador, situado en la avenida Cevallos y Tomás Sevilla, y otros con pisos adoquinados, divisiones señalizadas y baños.
En estos locales, la hora de parqueo cuesta 50 centavos, igual que en otros sitios que tienen pisos de tierra y cuatro paredes.
Esta semana, el Concejo Cantonal, por la denuncia de Portero y de otros afectados, volvió a mencionar este tema en la sesión.
Incluso el concejal Patricio Mosquera anunció que en 30 días se harán nuevas reformas que cumplan con el objetivo de la Ordenanza aprobada para regular el funcionamiento y la operación de los parqueaderos públicos y privados instalados en solares no edificados del área urbana.
José Rodríguez, empleado público, espera que en las reformas también se incluya el trámite a las denuncias por mala atención. “Conozco a 10 personas que más o igual que yo fueron afectadas por choques, rozamientos e incluso robos en parqueaderos privados.
Cuando eso ocurre, nadie sabe dónde quejarse. Los propietarios o sus empleados no afrontan estos inconvenientes como deberían. Los clientes estamos desamparados”.
La Ordenanza define
Los parqueaderos contarán obligatoriamente con, al menos, una batería sanitaria compuesta por inodoro y lavabo para el servicio del usuario. Debe estar limpio y desinfectado.
El piso deberá ser rígido, impermeable, resistente al peso de vehículos y antideslizante en caso de humedad. Los residuos de aceites no deberán ir al sistema de alcantarillado.
Un vigilante deberá tener un puesto permanente para seguridad de los usuarios y de sus vehículos. Además de servicio mecánico para emergencias y de un teléfono público.
Las paredes de los solares en donde se instalen los parqueaderos públicos deberán, por lo menos, ser enlucidas o pintadas. Tendrán una altura de dos metros y se construirán con materiales resistentes al fuego.