Hoy empieza el nuevo año lectivo en el régimen Costa-Galápagos. El uso de mascarillas en los planteles, en espacios abiertos o cerrados, será potestad de los padres de familia. Así lo anunció el viceministro de Educación, Andrés Chiriboga.
Esta prenda –símbolo de la pandemia- se mantiene como obligatorio todo el tiempo para los alumnos, docentes y administrativos que presenten sintomatología respiratoria hasta que se descarte, mediante la prueba PCR, que se trata de covid-19. Esta excepción es parte de la Guía de Comportamiento Adecuado que elaboró el Ministerio de Educación (ME) para el sistema educativo. “Hemos recomendado que se retire la mascarilla en espacios abiertos, pero la decisión final la toma el representante”, insistió Chiriboga.
El barbijo se volvió hábito
En Ecuador se lleva una semana liberados de tapa bocas, pero la tendencia en los planteles es que todos la usan en espacios abiertos y cerrados, como aulas, transporte escolar, corredores y patios.
Al visitar los centros de las áreas urbanas de Quito, Cuenca Loja, Ambato, entre otras ciudades, se observa que los estudiantes y docentes llegan con el tapabocas y en muchos casos se mantienen los controles sanitarios.
Esto ocurre en la Escuela Enriqueta Cordero, de la parroquia cuencana de Baños. Dos maestras se turnan para recibir a los 850 estudiantes. “Prefiero que mis hijos sigan protegidos porque el virus no ha desaparecido, dice María Galarza, madre de familia.
Para el director, Rodrigo Gallegos, más allá de las decisiones del COE, la mascarilla no incomoda a los estudiantes. En los recreos se la bajan hasta la mandíbula y al final la regresan a la boca porque han hecho de su uso un hábito, dice una maestra.
Al principio no fue fácil conseguir que todos los ecuatorianos se pusieran la mascarilla fuera de sus hogares; ahora no se la quitan, se volvió una responsabilidad, enfatiza Fernando Ortega, médico del Hospital del Río de Cuenca.
Pensamos que al día siguiente del fin de la obligatoriedad íbamos a ver a mucha gente en la calle y a los estudiantes ingresando a los centros educativos sin mascarilla, pero no fue así, explica Froilán Salinas, director del Consejo de Seguridad Ciudadana de Cuenca.
Su lectura es que la gente no le ha perdido el miedo al virus y que muchos padres de familia tienen la percepción de que la pandemia no está controlada y que sus hijos pudieran exponerse porque no tienen la seguridad de que sus compañeros se han vacunado contra el virus.
Situación actual del virus
La ministra de Salud, Ximena Garzón, dijo que en el país el 87% de la población objetivo, mayores de tres años, recibió la primera dosis, o sea 14,5 millones de personas. El 84% tiene la segunda; el 43% la tercera y solo el 4% la cuarta.
También aclaró que la inmunidad en la persona vacunada o que se han contagiado del virus es solo de cinco meses, por lo que llamó a la ciudadanía a cumplir con el esquema de acuerdo con los plazos establecidos.
En Ambato, las cámaras de monitoreo del ECU-911 también han identificado que la mayoría de personas usa la mascarilla. Magdalena Moreno aún está pendiente de que sus dos hijos, que estudian en la Unidad Educativa Francisco Flor de Ambato, la lleven. Esta escuela acoge a 1 600 estudiantes. Los chicos han aprendido a mantener sus propios protocolos. Por ejemplo, si hay sol y están cansados en el aula, algunos salen al exterior y se bajan la protección para tomar aire fresco, cuenta Ortega. También han aprendido a hablar más alto en clases y suelen bajarse la prenda en Educación Física.
A su criterio, en los centros el uso voluntario del cubrebocas se mantendrá, hasta que los padres se sientan más seguros.