Los puntos de vacunación en los cantones con alto índice de pobladores indígenas lucen parcialmente vacíos.
La gente ingresa con temor; muchos de ellos escucharon en sus comunidades mitos como que se van a quedar estériles, que no podrán trabajar, que se enfermarán o incluso que podrían morir si se ponen cualquiera de las vacunas.
Los técnicos del Ministerio de Salud Pública preparan campañas para desmentir los rumores que se consideran un factor de riesgo, para el proceso de vacunación.
En Colta y Guamote, en Chimborazo, las infraestructuras que se habilitaron para la inmunización no tuvieron la respuesta esperada. En ambos cantones hay comunidades distantes y la población está dispersa en los páramos. Los sitios más lejanos están hasta a tres horas de camino.
En esos poblados hay alta resistencia, pues hay gente que piensa que uno de los efectos secundarios de las dosis podría ser la esterilidad.
“Yo solo tengo tres hijos, pero quiero tener cinco, por eso no me puedo vacunar”, le dijo Antonio Carguachi a los funcionarios del Ministerio.
La semana pasada ellos mantuvieron una reunión con los comuneros para explicarles los beneficios de vacunarse y desmentir algunos mitos.
Los conversatorios con los integrantes de los comités locales de salud, yachaks y parteras son parte de la estrategia para lograr acercamientos con los comuneros, quienes aún se muestran desconfiados.
La semana pasada, 22 yachaks de Colta fueron vacunados. Ellos se comprometieron a conversar con los vecinos de sus comunidades para explicarles en su propio idioma, el kichwa, por qué tienen que aceptar las vacunas.
“Tenemos miedo, la gente dice que no es bueno vacunarse. Hoy decidí venir porque mi nieta me dijo que así podría volver a viajar”, contó Ana Yaulema, de 69 años.
Cristian Silva, director zonal del Ministerio de Salud, informa que se identificó esa resistencia en el sector indígena de otras provincias de la Sierra centro y en la Amazonía.
“Hemos encontrado similitudes en los mitos que hay en las comunidades indígenas, pero también particularidades de acuerdo con la idiosincrasia de cada lugar”, cuenta Silva.
En Chimborazo, por ejemplo, la gente temía que al vacunarse no podría comer carne de cerdo y tendría que dejar de tomar líquidos.
Una estrategia que aplican los técnicos es organizar brigadas móviles de vacunación. El desafío para estos grupos fue coordinar la logística para llegar hasta sitios distantes conservando la cadena de frío y con el resguardo de seguridad.
En el primer mes obtuvieron buenos resultados, por lo que el proyecto se reforzará en julio. Solo en Colta las brigadas lograron inocular a 720 personas. En ese cantón hay 5 700 personas vacunadas.
En Cotopaxi los funcionarios del Ministerio tuvieron éxito al aplicar la primera dosis en las comunidades, sin embargo, para la segunda hubo resistencia y ausentismo.
Pese a que las personas ya tenían una fecha para completar su esquema, solo llegó un 50% de los enlistados. “Logramos un acercamiento con los líderes. En los próximos días nos volveremos a reunir para continuar la campaña de difusión”, dice Soraya Heredia, directora del Distrito Saquisilí.
Ella indica que los pobladores tienen miedo a la reacción. Además, circulan audios que alertan sobre la posibilidad de convertirse en monstruos.
En las comunidades indígenas de Pastaza, la gente pidió más información antes de aceptar la dosis. Allí también hubo conversatorios.
“No querían aceptar la dosis porque nos decían que ellos tienen sus plantas medicinales y que con eso se curan. Nosotros les explicamos que con la vacuna podrían prevenir más muertes”, afirma Silva.
En Imbabura también hay temor por los supuestos efectos. Pero también falta la difusión y hay escasos puntos de inoculación en esos poblados.
Según Ana Arellano, presidenta del pueblo kichwa Otavalo, esas son las principales razones por las que la población indígena no se vacuna.
Ella comenta que en la comuna La Bolsa se ha inmunizado a cerca del 20% de sus 1 750 habitantes. “La vacuna llegó recién el mes anterior al Subcentro de Salud. Antes nos decían que nos movilicemos hasta la Universidad de Otavalo para recibir la dosis”, afirma.
Además, los indígenas buscan alivio en la medicina tradicional, que utiliza plantas medicinales.
El COE está preocupado por un posible incremento de casos en Imbabura, luego de que las comunidades indígenas realizaron celebraciones masivas por el Inti Raymi.
Según los datos publicados en la página web del Ministerio de Salud, en las provincias con alto índice poblacional indígena del norte y centro del país, hay 204 263 personas que completaron su esquema de vacunación. En el resto del territorio nacional hay cerca de 1,2 millones de personas inmunizadas con las dos dosis.