Ecuador celebró ayer el Día de Difuntos con masivas visitas a los cementerios, como todos los años en esta fecha de recordación de los seres queridos.
En poblaciones de la Sierra con fuerte presencia indígena, las familias acudieron a los cementerios y se sentaron al lado de la lápida de su difunto, con quien consumieron una comida especial y le dejaron su porción al ser querido.
Además en Ambato, hasta hoy se realizará la tradicional Feria de Finados en las calles Atis y Julio Jaramillo, al oriente de la ciudad. Allí, más de 2000 artesanos en madera, barro’ exhiben y venden sus productos a turistas del todo el país. Algo similar se realiza en la Quinta El Rosario. Allí hay shows artísticos.
En Pujilí, también se realiza la feria de artesanías en barro. Se puede encontrar los tradicionales danzantes y otras figuras folclóricas. A tres kilómetros de allí, en el sector La Victoria, una treintena de artesanos en barro venden vasijas, floreros, utensilios de cocina en la feria artesanal que se realiza en el centro del pueblo.
El feriado que comenzó el sábado concluye hoy.
Una misa se celebró ayer por los fallecidos
Cuenca
Cientos de cuencanos llegaron ayer al Cementerio Municipal de la capital azuaya. A las 11:00 se celebró una misa campal en las inmediaciones del parque de los Personajes ilustres.
Fue un homenaje para los difuntos. Las celebraciones religiosas se iniciaron el domingo pasado con la reinauguración del parque de Personajes ilustres, donde están enterrados figuras representativas como la ex ministra de Defensa, Guadalupe Larriva.
El azuayo Galo Gárate visitó ayer la tumba de su hijo, Galo Eduardo, quien falleció en 1996. Él y su hija María Elena la limpiaron y decoraron con flores. “Esta fecha es importante para la familia, por eso nunca dejamos de venir para arreglar su tumba”.
Galo estaba en la zona dedicada a los niños fallecidos, al igual que la familia Carrión Ávila. Leonardo limpió la tumba de su hijo, quien falleció a los 6 meses de edad. Desde hace tres años es una tradición para este hogar. Ayer su intención fue colocar flores, limpiar el vidrio del nicho y cambiar la cerradura de la puerta.
En el sector de los túmulos también había afluencia de familiares. Ana Lucía Coello y Patricio León llevaron alambre. Lo hicieron para amarrar las orquídeas que colocaron en la tumba de su madre, Mercedes Vásquez de Coello, quien murió en 1977. “Siempre roban, no hay como adornar. No dura ni una semana”.
En las afueras del camposanto, ubicado en el centro de la ciudad, se instalaron más de 30 locales que vendían la tradicional colada morada, guaguas de pan y flores.
El vaso de colada morada costó USD 1 y las guaguas de pan desde USD 0,25. Fernando García, quien visitó los restos de su madre, aprovechó la ocasión para llevar la colada a su casa. Otro negocio que funcionó ayer en el cementerio patrimonial fue el alquiler de escaleras madera, para arreglar las tumbas altas. El costo era de USD 3 por la media hora.
El cementerio estará abierto hasta las 20:00 de hoy.
En el cementerio privado de Cuenca, Campo Santo, también hubo gran afluencia de deudos . Allí se realizaron misas en memoria de los difuntos.
En Ibarra hacen repicar todas las campanas
Ibarra
Cientos de comerciantes de tarjetas, flores, coronas… se ubicaron fuera del cementerio San Miguel de Ibarra, el mayor de la capital imbabureña. “Finados es la oportunidad de ganar unos centavos en esta época de crisis”, asegura Claudio Chiliquinga, obrero de la construcción, que cobra entre USD 2 y USD 5 por pintar una tumba o resaltar las letras con el nombre de los difuntos.
Otros, como Mariana Checa, entre tanto, prefieren dar color personalmente los sepulcros de sus seres queridos. Checa, de 68 años, llegó temprano al cementerio de Caranqui, en el sur de Ibarra. Ahí está sepultado su esposo, César Sandoval, dice.
La Policía cerró las calles aledañas a los camposantos para permitir que los parientes de los difuntos caminen con seguridad. En los diferentes panteones, además, es posible ver que aún se mantienen varias tradiciones centenarias.
En el cementerio San Miguel de Ibarra, por ejemplo, se hacen sonar las campanas en honor a los fallecidos. Por USD 0,50 los deudos pueden rendir un homenaje sonoro durante cinco minutos.
Mientras tanto, en los panteones de Otavalo, Cotacachi y Atuntaqui, principalmente, los indígenas llegan cargados de alimentos, para comer junto a los parientes fallecidos. “Es el ‘huacha caray’ (ofrenda de los huérfanos)”, explica Segundo Lema.
“Es decir, es el momento en que los vivos comparten con los familiares que se fueron antes”. Lema aclara que el ritual también va acompañado de rezos y cantos en quichua. Y concluye con la colocación, sobre la tumba, de los alimentos que más le gustaban al muerto, como una ofrenda.
La colada morada, el champús (una bebida dulce elaborada con harina de maíz) y las guaguas de pan son también parte de la tradición gastronómica que subsiste. En las calles de ingreso a los cementerios de Cayambe, Otavalo e Ibarra, los comerciantes venden estos alimentos a los visitantes.
En Tulcán, igualmente, cientos de parientes de fallecidos y turistas visitaron el cementerio, declarado patrimonio cultural por las esculturas en ciprés.
La tradición prevalece en el Día de los Difuntos
Guayaquil
Los bloques de bóvedas del Cementerio General se cubrieron con coloridos arreglos florales, dejando atrás, al usual blanco del resto del año.
Allí, los visitantes que llegaron al camposanto desde la mañana de ayer, no solo permanecían cerca de los restos de sus seres queridos, hacían arreglos a las tumbas, las pintaban de blanco y rezaban en familia.
Por todo el sitio, intérpretes de pasillos, mariachis y otros músicos cantaban, y de esta forma, recolectaban monedas que los deudos entregaban por los homenajes póstumos. Destacaba la tumba del recordado músico Julio Jaramillo Laurido. Allí, Manuel Vásquez que trabaja como conserje en una empresa local y el guitarrista Hugo Cortez, entonaban las músicas del fallecido cantante. “Venimos al sitio, en esta fecha, desde hace siete años. Cantamos y tratamos de imitarlo un poco (a Julio Jaramillo) aunque sabemos que eso es imposible”.
Por otro lado, Marcos Moreira que vestía una camiseta negra, caminaba con su hijo en las afueras del camposanto. “A mi hijo le enseño que se debe respeto a la persona que se ha querido aunque haya fallecido. Hay que recordarla siempre”.
En las afueras, la avenida Pedro Menéndez Gilbert estaba parcialmente congestionada. Dos de los tres amplios carriles estaban cerrados y resguardados por miembros de la Comisión de Tránsito del Guayas (CTG). Solo estaba habilitada la vía hacia el centro de la urbe. En las aceras se aglomeraban vendedores de flores, alimentos y se instalaron cabinas que promocionaban servicios mortuorios.
La situación era similar en el cementerio Ángel María Canals, en el sureste de la urbe. La mezcla de costumbres y tradiciones cristianas se mezclaban en el interior.
Cerca del mediodía se dio una misa, en el interior del lugar. Por otro lado, personas prendían velas que dejaban al pie de una estatua de Cristo, de más de dos metros de altura unos en agradecimiento, otros, pidiendo favores y por sus seres queridos fallecidos.
En Ambato, la visita comenzó a las 07:00
Ambato
Una bandera flamea en la tumba del sargento Segundo Luis Urquizo. Este soldado murió en la guerra del Cenepa, en 1995. Su mausoleo fue edificado con piedra tallada y decorada con letras de bronce.
Se levantó en un sitio privilegiado del cementerio Municipal de Ambato construido en 1930. Su cuerpo descansa junto a los sepulcros de Luis A. Martínez, Juan Benigno Vela, Alonso Castillo, Luis Pachano Carrión, Rodrigo Pachano, Blanca Martínez… ciudadanos ilustres de Ambato.
Están adornados con girasoles, hortensias, claveles, rosas, gladiolos… que fueron depositados por familiares, amigos y personas que ayer, de 07:00 a 17:00, por el Día de los Difuntos, visitaron este campo santo, ubicado en las calles Bolívar y Abdón Calderón, en el norte de Ambato.
Gonzalo Yanchapanta es uno de ellos. El hombre, de 68 años, llegó temprano para colocar sobre la tumba de Juan Benigno Vela un ramo de rosas rojas. Allí permaneció 20 minutos. Luego dirigió sus pasos hasta la tumba de sus padres. Yanchapanta hace silencio. Se arrodilló y rezó.
Los nichos y las tumbas lucían renovadas. Una cortina de flores da vida a este lugar, donde hay grandes figuras en mármol con Cristos crucificados, Cristos redentores e imágenes de la Virgen y santos que sobresalen en los grandes mausoleos. César Guamán es uno de los pintores. Inició su actividad a las 07:00. Yanchapanta contrató sus servicios. Limpió el lugar y pintó la inmensa cruz. El costo fue de USD 10.
Entre tanto, en Ambato, hasta hoy se realizará la tradicional Feria de Finados, en las calles Atis y Julio Jaramillo, en el oriente de la ciudad. Allí, más de 2 000 artesanos en madera, barro…
exhiben y venden sus productos. Algo similar se realiza en la Quinta El Rosario. Allí hay shows artísticos.
En Pujilí también hubo la feria de artesanías en barro. Se pueden encontrar los tradicionales danzantes y otras figuras folclóricas. A 3 km de allí, en el sector La Victoria, una treintena de artesanos vendían vasijas…