Los maestros dicen que en los establecimientos educativos de Riobamba se motiva a los alumnos a leer. Sin embargo, en los hogares no se acostumbra igual.
Los padres son indiferentes sobre el tema. Franklin Cepeda, escritor, investigador e historiador, considera que en la capital de Chimborazo no se ha despertado la costumbre de la lectura, porque los jóvenes prefieren las redes sociales.
Las consultas se efectúan ‘on line’ y a través de los medios audiovisuales. “Cayeron en una actitud conformista respecto a su desarrollo intelectual”.
Para Cepeda, Riobamba al ser una urbe politécnica y universitaria debería tener un alto nivel intelectual.
“Pero no es así. En esta ciudad se educan aproximadamente 35 000 maestros y estudiantes. Pero el desinterés por la lectura se siente en hechos como el cierre de una librería importante como Riobook, en la que se comercializaban obras contemporáneas y actualizadas”.
Este fenómeno también se observa en las bibliotecas importantes. Es el caso de la que pertenece a la Casa de la Cultura, núcleo de Chimborazo. Todos los días hay pocos usuarios. En lo que va del año, esta institución publicó 40 obras de poesía, historia y ensayo, Pero no atrajo lectores.
Los 12 000 libros y documentos que se guardan allí poco son utilizados. Según Miriam Baño, directora de la biblioteca local Luz Eliza Borja, la tecnología automatizó a los estudiantes. Ahora “solo con aplastar dos teclas pueden encontrar todo lo que buscan y sin mayor esfuerzo”.
¿Qué opciones quedan? En la capital provincial funcionan dos proyectos educativos que pretenden impulsar entre los niños y jóvenes el gusto por la lectura.
En el Instituto Pedagógico Chimborazo, los estudiantes de primero a décimo de educación básica participan en el programa Escuelas Gestoras del Cambio.
Este plan consiste en aplicar en las redes integradas por más de 10 centros educativos un proyecto para mejorar la dicción y la lectura, la matemática y otras asignaturas importantes.
Como parte de este trabajo se instauró ‘El martes del cuento’. 105 niños de tercero a décimo de básica de esta institución intervienen en lecturas. Se usan los recortes de revistas y de diarios.
La directora Margoth Vivar comenta que en el aula se practica una lectura comprensiva. Los conceptos de las palabras difíciles se revisan en el diccionario.
Esto, según Vivar, ayuda a los chicos a tener ideas claras de los conceptos y en consecuencia a tener un mejor entendimiento.
Este proyecto motivó a Érika Gacho, de quinto de básica, a escribir cuentos. La pequeña los guarda en una libreta que elaboró con pasta rosada. Se titula ‘Mis primeros cuentos’. “Leer es muy importante para mí. Me gusta porque nos impulsa a desarrollar nuestra imaginación”.
Algo similar ocurre en el Instituto Riobamba. Las estudiantes de octavo de básica y de bachillerato leen entre dos y cinco obras durante el año lectivo.
Mélida Urquizo, coordinadora del área de Lenguaje, cuenta que con el nuevo Bachillerato General Unificado se dio más énfasis a la lectura de obras ecuatorianas.
Gloria Paredes, del quinto de bachillerato, despertó su interés por la novela, la poesía y el teatro. Desde pequeña sus padres la motivaron. Ahora es parte del plan que desarrolla la institución.
La lectura se efectúa en el aula de clases. Luego todas razonan para sacar el mensaje central.
Punto de vista
Franklin Cárdenas / Ex Pdte. de la Casa de la Cultura
‘La enseñanza falla en los centros educativos’
Hay fallas en la enseñanza. En los centros educativos se limita a desarrollar los resúmenes y la perspectiva literaria.
La enseñanza debe estar dirigida a que los chicos descubran el placer de leer.
Deben usar obras clásicas y contemporáneas. La mejor forma de motivar el hábito es involucrar a los chicos mediante la lectura de cuentos que son textos pequeños y fáciles de entender.
Así en la universidad la lectura de libros científicos será más comprensible porque tendrán un amplio conocimiento.