La edad es una limitante a la hora de aplicar para una vacante laboral en el país. Lo dicen jóvenes, pero también mayores de 35 años que perdieron sus trabajos en la pandemia y hasta ahora no consiguen un empleo adecuado.
Carlos es lojano y tiene 48 años. En agosto de 2020 fue despedido de una institución pública de Cuenca donde se desempeñaba como relacionista público. Dos meses antes, su esposa María Eugenia (50) fue separada de una empresa de cerámica.
Ella es ingeniera química y en la firma cuencana trabajó 17 años. No la indemnizaron. Según su esposo, por eso los demandó y ganó el juicio. “Quedarnos sin trabajo nos afectó en la parte emocional, familiar y económica”, cuenta.
En el primer año de pandemia, entre el 16 de marzo de 2020 y el 4 de marzo de 2021, el Ministerio de Trabajo registró 719 520 actas de finiquito. Pero no hay una cifra de cuántos de ellos han sido reinsertados al empleo adecuado, es decir, que perciben un ingreso económico igual o superior al salario básico (USD 425) y trabajan unas 40 horas semanales.
Al menos Carlos y María Eugenia no están en ese grupo. Dicen que han dejado carpetas y participado en varios concursos, sin conseguir nada. “Somos muy viejos para trabajar y muy jóvenes para jubilarnos”, señalan.
El empleo adecuado
Ecuador tiene 3,7 millones de personas entre 40 y 65 años que están en capacidad de trabajar, pero solo una de cada tres tiene un trabajo adecuado, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Los otros están en el desempleo o subempleo, como Carlos y María Eugenia, quienes trabajan menos de la jornada legal y perciben menos del salario básico, y eso cuando consiguen algo.
Ellos también forman parte del 25,4% de personas que están en el subempleo, un porcentaje mayor al de diciembre de 2019, antes de la pandemia, que se ubicó en el 19,8%, según las cifras del INEC.
A esta familia le ha tocado hacer ajustes como reducir al mínimo los gastos del hogar y pasar a sus dos hijos de un plantel particular a un público. “Vivimos momentos difíciles y es incierto que la situación mejore”, apunta Carlos.
Lo que se oferta en redes
En redes sociales hay muchas ofertas de trabajo informal: para repartir hojas volantes, limpiar casas, como ayudantes de cocina, entre otros. En estos casos el pago es por horas o porcentaje de ventas.
Mientras que para los escasos empleos adecuados, en las mismas páginas o clasificados se exige que sean profesionales con experiencia y menores de 30 años.
“Acá no hay trabajo para mayores de 35 años, aún siendo profesionales con maestrías o títulos de cuarto nivel. Por esa realidad agobiante la gente se va de este país”, refiere Catalina Bustos, madre de dos ingenieros, quienes pasaron cuatro años sin trabajo y en 2021 migraron a Chile. Allá se desempeñan en su profesión.
No es el caso de laazuaya Laydi Mendieta, quien es parte del 7% de mayores de 35 años sin trabajo. Hasta agosto pasado el desempleo seguía por encima de diciembre de 2019, que se ubicó en 6,8%.
Mendieta es ingeniera comercial y casi cuatro años, hasta enero de 2020 fue docente contratada por el Ministerio de Educación. Solo su esposo trabaja y con eso sobreviven. Nunca imaginó que después de renunciar vendría una pandemia que ahondaría aún más la crisis laboral. En lo que va de 2022 ha presentado su carpeta en más de 15 lugares, sin éxito.
Diego Malo, empresario y expresidente de la Cámara de Industrias Producción y Empleo (Cipem) de Cuenca, dice que la edad no es un impedimento para dar trabajo, “porque estaríamos generando una discriminación”.
“En una sociedad con ciclos irregulares, la productividad de una persona no depende de la edad sino de su actitud”, apunta Malo.
Cifras:
4,7 millones de personas tienen 40 y 65 años de edad, de ellas 3,7 millones están en el mercado laboral.
29,7 por ciento fue la cifra en que se ubicó el empleo adecuado en agosto pasado. Dos meses antes estuvo en el 30,2%.
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