Cuenca es única por su arquitectura. Hace 85 años las calles eran totalmente de piedra y lo singular era las pisadas de los caballos en los que se transportaban los campesinos que llegaban todos los jueves (días de feria) a comprar.
Todo cambió desde entonces. Ahora hay pocas casas con varios patios, piletas, huertos… Ahora, en su mayoría son de estilo moderno.
Las plazas y parques también cambiaron, antiguamente la plaza de San Sebastián era donde se hacía todo tipo de actividad, marchas, ferias, exposiciones. En la actualidad, la ciudad es diferente, pero está llena de arte, literatura. De aquí han salido grandes artistas.
Pero han sido dos los hechos que marcaron a Cuenca: la inauguración del Museo de Arte Moderno y la Bienal de Pintura. El primero aportó un cambio muy especial hacia la plástica. Fue el inicio para las clases de pintura.
La Bienal se ha constituyó en la ventana del arte hacia el mundo. Acoge diversas propuestas artísticas de diferentes países. Estos dos acontecimiento marcaron mi vida, al igual que el ser profesora del colegio Manuela Garaicoa, donde mis alumnas se constituyeron en mis amigas.
Siempre estuve vinculada al arte desde mi niñez con mi padre y luego con mi esposo. Esta vinculación sirvió para que me iniciara en la técnica de la acuarela y la perfeccioné. Para mi Cuenca es especial, la amo. Es como la madre que acoge a sus hijos, por ello voy a morir aquí.