A pocos días de celebrar la Navidad, los talleres artesanales dedicados a la restauración de las figuras del pesebre están llenos. Las imágenes religiosas que representan al Niño Jesús, a los reyes magos, San José y la Virgen María aparecen descoloridos.
Están apilados en el piso de los añejos y estrechos locales, ubicados en el Centro Histórico de Riobamba. Algunas efigies están sin dedos, brazos o sin cabeza. Por eso, los creyentes católicos los llevaron a esos sitios para que los artesanos los dejen como nuevos.
Un trabajo de estas características puede costar entre USD 8 y 100. Lida Portalanza, de 75 años, es parte de los clientes. Ella llevó al taller de Teresa Robalino la imagen del Niño Jesús.
Cuenta que su nieto lo lanzó al suelo y se partió en tres pedazos. “Tiene que hacer un buen trabajo para dejarlo como nuevo. La imagen tiene 70 años en mi poder y es milagrosa”, dice Portalanza.
Tras un breve análisis, Robalino dice que la restauración constará USD 20. Empiezan los regateos y se acuerda un pago de USD 15. “Gracias a Dios lo van a reparar. Esta imagen sirve para obtener las limosnas y es parte de la fe de toda la familia”.
El local de Robalino es uno de tres talleres que funciona en Riobamba. Está situado en las calles Olmedo entre Velasco y Tarqui. Abrió hace 10 años.
Robalino aprendió el oficio de su padre Alejandro, un experto tallador y restaurador de imágenes. “Es un trabajo en el que hay que tener mucha paciencia. Los clientes son exigentes”.
La tarea no es sencilla. Los artesanos deben tener precisión para remozar los dedos de los pies y de las manos de las esculturas que miden entre 10 y 15 centímetros. En sus estrechos talleres también talla imágenes de la Virgen María, la Inmaculada, La Dolorosa. San José y del Cristo crucificado. Cuestan entre USD 50 y 700.
Lida Huachi es otra usuaria. Arribó a las 10:00 el pasado jueves, desde la parroquia San Juan, a 30 minutos de Riobamba.
Ella es prioste de la imagen del Niño Jesús. Cuando recibió en sus manos, esta efigie estaba deteriorada.“No tiene dedos y está despostillada. Por eso decidí traerla a este taller.
Espero que esté lista el miércoles 21 para el inicio de la Novena”. Huachi le compró también un nuevo atuendo que se exhibirá durante la misa del sábado 24. “Soy muy creyente porque el Niñito es bondadoso”.
Cerca de este negocio está el taller de Alejandro Robalino. 65 de sus 79 años los ha dedicado a reparar las esculturas elaboradas con yeso, madera y acrílico. Este oficio lo aprendió de su padre Juan, quien era un reconocido escultor riobambeño.
Cuando aún estaba en la escuela, luego de las clases, su padre lo llevaba a la manufactura. Allí le indicaba cómo debe tallar una escultura. El trabajo se complementaba con la preparación de la pintura de color piel.
En la actualidad, este trabajo es muy remunerativo durante este mes. Al día puede restaurar hasta 10 imágenes de santos y de las figuras del pesebre. Con los recursos que generó este negocio logró educar a sus siete hijos.
Dos de sus siete hijos, a pesar de que son profesionales, laboran en esta actividad. Ellos son Teresa, de 50 años, y Alejandro, de 47. Ambos abrieron sus talleres en el mismo sector.
Robalino dice que “es una actividad hermosa porque se mejora las tallas que son motivo de alegrías y lágrimas de los creyentes. A veces nos llegan esculturas que tienen hasta 200 años de antigüedad. Esas son las más difíciles, más aún si son de madera”.
Los artesanos se encargan de componer el color original de las figuras. Lo consigue con pintura al óleo. Un trabajo así cuesta USD 100 por una imagen de 20 cm.